viernes, 28 de octubre de 2011

Kirchner y el discurso de lo sagrado. Por Luis Thonis

"Los estafadores de la masividad existen, tienen prestigio y están llenos de acritud. Pero yo conocí a los deambuladores de la masividad honesta y no me extravié en ellas."
Jean Claude Milner, La arrogancia del presente

Néstor Kirchner hoy no sería El, podría estar vivo si quienes lo rodeaban hubieran tenido en cuenta a políticos y medios opositores que le recordaban que el principio de realidad no existiría sin lo real de la muerte. No sé si hubiera ido de candidato pero es seguro que Boudou, a quien nunca le tuvo simpatía, no estaría de vice: lo hubiera fulminado por no haber arreglado nada entre tantos viajes con los acreedores del exterior e incluso roto la guitarra. El kirchnerismo se funda como estructura de discurso en el porvenir de una negación, está atrapado en esa circularidad que gira sobre su propio eje en función de acumular poder y para lo cual cualquier recurso es válido.
Entre todos los discursos que escuché- haciendo zapping por la tele- celebratorios o tímidamente críticos a un año de su muerte no hubo uno sólo que recordara el acelerado proceso que lo derrumbó: me refiero al paro con el cual comenzó la crisis y su crónica posterior en septiembre del año pasado donde sufrió un preinfarto, con el antecedente de que ya había sido operado en febrero de una obstrucción en la arteria carótida desoyendo los primeros consejos de reposo absoluto y sobre lo inconveniente de tener estrés, diagnóstico se siempre se repite a lo largo de sus visitas clínicas y partes de médicos personales que no se conocen ya que su historia fue tratada como secreto de Estado.
Ahora no tengo materiales en mano, escribo sobre el pucho, pero me acuerdo bien de que todos los diarios de lo que el oficialismo llama “la corpo”- aunque actualmente sea superada por los medios K- abundaron en trabajos técnicos de médicos especializados que advertían sobre la gravedad de la situación, Nelson Castro entre ellos. Hay un extenso número de la revista Noticias de septiembre, contemporáneo a los sucesos que parece un tratado de medicina cardiovascular al respecto.
Además de las advertencias de los opositores políticos, estaban las hipótesis de los facultativos que advertían que era peligroso para el estado en que se encontraba su salida al ruedo ni bien concluida la operación. Aunque eran trabajos técnicos sin intención política como se publicaban en medios considerados enemigos, fueron desechadas: se trataba ni más ni menos de una conspiración.
Kirchner tuvo su responsabilidad: saltó como un acróbata a un acto partidario del Luna Park como para pararse hacer equilibrio sobre una cuerda floja. Tomó el infarto como si fuera un medio opositor que le había dado una mala “información”, adversa o crítica: lo era, pero esta vez la noticia no venía de Magnetto ni el anuncio de catástrofe de Carrió sino de su corazón. Todo el mundo que lo rodeaba desechó los informes de la ciencia y en vez de desconectarse de la política como hizo Chávez que se fue de su país redobló la apuesta, esta vez contra de propio corazón.
Sus sabuesos le habían informado, un día antes de su internación, de un encuentro de Scioli y Duhalde. Para colmo, Scioli en el acto público del mismo día se salió de su papel de funebrero con esa todavía misteriosa frase de que “tenía las manos atadas” para combatir el delito que lo hizo humillarlo ante el público, enardecido de ira.


Las cosas parecían ir de mal en peor, las encuestas no daban, era considerado un personaje autoritario, mandón y avaro con peor imagen que Cristina a la cual no dejaba gobernar. Para colmo, el asesinato de Mariano Ferreyra por parte de sus aliados del sindicalismo puertomaderista lo dejó helado. Fue inútil que sus voceros se lo atribuyeran a Duhalde. Nadie creyó. A eso se sumaron los informes negativos acerca del ADN de los hijos de Noble. Nadie creía demasiado en eso, empezando por la misma Cristina. Hasta el último momento estuvo hablando y discutiendo de política con Moyano y de negocios con Lázaro Báez, un empleado de banco amigo que a partir de 2003 comenzó a volverse multimillonario expandiéndose en diversas áreas de la construcción hasta controlar grandes extensiones petroleras
El coro de los aduladores le dio manija. El que llevó al extremo la fuerza de la negación, siempre dando una vuelta más a lo que la corona le pide, fue Héctor Timerman que consideró que el caso- textual- “fue menos grave que sacarse una muela”.
Resulta curioso, pero fueron lo medios opositores los que se tomaron en serio su estado de salud, quisieron, voluntariamente o no, salvar su vida. Fueron sus interesados y oportunistas fans los que lo empujaron a la muerte. Kirchner devolvió esas gentilezas. Vendió cara su partida fragmentando una oposición concentrada en su figura. Aparecieron actitudes mezquinas, ambiciones personales, y los medios oficalistas se hicieron una fiesta. Se podría decir que la derrotó con su muerte como un patagónico campeador y le dejó como ofrenda la reeleción a su dama.
El kirchnerismo naturalizó la mentira como política de estado, ha sido la apoteosis de la mercancía espectáculo. La función debía continuar y su hacedor fue víctima de su propia lógica, sembrada de hechizos. Lo sucedió un fetichismo en alza con Cristina vestida de negro, hablando de El en una pausa tipo Andrea del Boca, en ensayada contrición y eso conmovió a las masas.
Para entonces el kirchnersimo ya funcionaba en el discurso del mito, construido sobre el porvenir de la negación de cuanto le sea obstáculo. La dificultad era que entonces los creyentes disminuían. La posibilidad de perder las elecciones significaba ir a los tribunales para responder por su enriquecimiento descomunal, los fondos desaparecidos de Santa Cruz, etc. Todos estos hechos pudieron coincidir en el “evento” que para algunos cardiólogos desencadena el ataque mortal. Es como si hubiera programado su propia muerte para dar crédito a la mitología que se estaba fraguando. Al otro día no hubo ni por asomo autocrítica sino su ascensión a mito, su muerte se transformó en otro recurso para acumular poder mejor que la compra de voluntades que practicó como estilo político, la nueva subida de la santa soja y la masiva voluntad de creer hicieron todo lo demás a través de las puestas en escena de Cristina que en vez se apartarse fuera del discurso de lo sagrado tiende a ser de él su último reducto. Y lo sagrado siempre es fusional, supone violencia porque toda diferencia es herética.Tampoco es considerada- y contribuye a ello- una empleada pública sino una Matriarca que tiene un falo que puede engendrar desde la nada los choriplanes.
Néstor Kirchner fue el político que gobernó la Argentina como su provincia, la feudalizó dando a creer de que se trataba de una transformación condenarlo al un clientelismo del que será muy difícil salir porque se ha vuelto una forma de vida. A que una madre tenga un séptimo hijo para que se le financie a perpetuidad los otros seis, a que se le quite a A para darle a B y así sucesivamente produciendo una nivelación hacia abajo que degrada al que recibe y permite la corrupción del que da.


No son pocos lo que ven una continuidad entre el menemismo y el kirchnerismo que se han fusionado definitivamente. Son lo mismos personajes, pero hay un salto cualitativo. No sólo porque la corrupción del menemismo parece primaria ante el despliegue de los empresarios K de tipo de Lázaro Báez y Cristobal López sino porque se apunta directamente al sujeto: la voluntad de creer y la voluntad de ignorar confluyen para hacer de la servidumbre voluntaria una forma de vida, el culto de una cultura. Más que una causa de sí mismo es el efecto de una casta política delictiva asociada desde los setenta a la burguesía prebendaria- la patria contratista, financiera y sindical- condenada históricamente y que a través de uno de los suyos se convirtió en "socialista". Lo que en el menemismo causaba indignación es tolerado, festejado y encubierto por el fans K que se sostiene contra viento y marea en el derecho de mentirse a sí mismo.



Y la pequeña burguesía que es la creencia misma a la caza de todo lo que suene a "izquierda" pero que sea cómodo se tiró de cabeza a la pileta. Para ella la corrupción es un tema secundario, "poco interesante" según Ricardo Foster, no se le pasa por la cabeza que el uso arbitrario de los fondos públicos puede tener algo que ver con la muerte de 23 niños por día que recuerda Pérez Esquivel.





Una burguesía de la que ya no hay huellas en países de la región como Chile, Brasil y Uruguay que cada uno a su modo se han incorporado al proceso de globalización, cuentan con instituciones sólidas- no están Moreno, Moyano, D´Elía y un conjunto de impresensables que culmina en los Saadi y los Insfrán- y que ya no se financian con el intervencionismo parasitario ni la continua expropación de las mayorías.
Desprenderse de la masividad lleva tiempo, la masividad conceptual no se abandona sin lecturas.



Kirchner se trataba a sí mismo como inmortal.




A tres años de comenzado su gobierno, comenzó a construir su estatua, bautizar con su nombre plazas, calles y hasta gaseoductos violando expresamente la constitución que lo prohíbe: el presidente es un simple empleado público pago por el soberano y no un sátrapa que puede decretar su gloria antes que la historia lo decida.
Estaba “muerto” en vida como ahora “vive” cuando está muerto y la mejor prueba de ese fetichismo es el faraónico monumento que se está construyendo en Rio Gallegos ante el cual quedan opacados no sólo nuestros próceres sino Churchill, Kennedy, Teresa de Calcuta, lo que usted quiera, y sólo puede competir con Stalin, Keops o Tutankamon.

miércoles, 26 de octubre de 2011

El error de escribir. La poesía de H.A Murena


Hay dos motivos ostensibles por los cuales Murena no suele ser considerado como poeta. El primero responde a una dependencia "filosófica" a través de la cual se lee la poesía argentina y cuyos ejemplos pueden hallarse en las obras de Alberto Girri y Juan L. Ortiz. En un caso se trata de una metafísica intelectual; en otro de un orientalismo con aspiraciones cósmicas, pero en ambos hay la omisión de la crisis del sujeto que tiene que ver con el ritmo que, a pesar de los contrastes, encontramos en Lugones, Mastronardi, Borges o un Girondo, que va desde la métrica tradicional hasta la exploración vanguardista.
En este aspecto, es difícil de situar genéricamente: supone un rasgo decisivo que está dado en escribir para un lector ausente –que no es siquiera un adelantado de vanguardia-, y situarse ante otro tipo de comunidad para hablar del crimen que la constituye y donde esta se reproduce en la búsqueda de una lengua común. Aquí es donde la poesía de ecos metafísicos se muestra impotente en su creencia en el Ser –que puede ser metafísico u orientalista, gnóstico o esotérico-, y que desde Platón hasta Heidegger hace en una cultura la condición de la palabra poética. Es necesario para entrar en tema diferenciar a la sociedad como juego de normas –instituciones y régimen jurídico- de la comunidad como relación entre pares que funda una lengua a partir de un crimen común del cual se reniega.
Suponen dos clases de violencia distinta: la de la sociedad se asienta en la concentración de la fuerza en el Estado y las limitaciones del derecho y sus normas pertinentes, objeto de polémica y de transformación. La comunidad, lo tribal, en cambio, a través de la igualdad de los pares, cuando no funda su lenguaje en el verbo, es esa tendencia al linchamiento que señaló un Pier Paolo Pasolini: por eso muchos sueños colectivos han mostrado la coexistencia de ideologías divergentes.
Ahí donde la sociedad reprime, la comunidad, cuando pierde esa relación con el hombre de la que habla Benjamin, tiende al linchamiento y al exterminio, contaminando a veces la misma sociedad, apostando a que se confunda lo que pertenece al orden normativo con la Ley misma que se enunciaría en persona: la cara corporativa del terror no habla sino de eso. La reflexión de un Heidegger para la poesía se basa en la comunidad y en una versión del Ser presentada como la única posible desde su misma ausencia. Para Heidegger todo ha sido dicho por los filósofos presocráticos a los cuales deshistoriza y transforma en sacerdotes de la misma palabra del Ser. La verdad o aletheia sólo se dice en griego y los poetas modernos hablan sólo a condición de ser traducidos al logos griego al cual continúan sin ruptura. Para Heidegger y sus discípulos, el origen es simple, está antes, envuelto en una lengua única, la de una comunidad de hermanos donde el poeta media entre hombres y dioses, sin los equívocos del verbo.
Lo que fascina en Heidegger es esa comunidad de hermanos que Hitler enuncia como ideal del nacional-socialismo, pero también que el origen, el fundamento de la palabra sea anterior, simple, y a diferencia de un Benjamin no haya otra frontera entre hombres y dioses.
Los poetas son transformados en sacerdotes y en guardianes de la pureza del Ser que sustituye al Dios bíblico. Les atribuye una misión: la de dar voz al país natal de una lengua originaria, pura, única, que su filosofía se propone instaurar.
Las consecuencias políticas son evidentes. El lugar que tiene la traducción es decisivo: con versiones pretendidamente originarias, literales, y audacia filológica, trata de sortear más de mil años de reflexión, que han producido el olvido del Ser –confundiendo a éste con el ente-, por el cual se produce la misma historia. Se trata de restaurar el Ser en su virginal pureza y así acude a los filósofos que no sabían que eran filósofos como los presocráticos, para buscar la base de una ontología correcta. A diferencia de Platón, la comunidad en Heidegger se sostiene en el diálogo de los poetas y los dioses y en la creencia en los héroes ante la presencia de un ser restaurado en el país natal, que habla una lengua fundamental –como la psicosis- y respecto de la cual toda otra lengua es herejía. También otros géneros: para Heidegger que excluye el Antiguo Testamento de sus reflexiones, tampoco cuenta la novela, acaso porque su mundanidad o libertinaje no encajan en la historia verdadera del Ser.
Éste se dice sólo en la lengua griega, que, como apunta en sus Cuestiones, no es una lengua entre otras sino el mismo logos, el que posibilita una unidad sagrada con el país natal.
Por eso escribe: "¿Irá la tierra del crepúsculo más allá de Occidente y Oriente y sólo a través de lo europeo llegará el lugar en que comience la historia acertada?"
Esta concepción de lo sagrado no tiene mucho que ver con lo que Murena plantea en La Metáfora y lo Sagrado, acentuando el significado de impureza que conlleva la palabra. No hay como en Heidegger una etimología asociativa sino que desplaza lo sagrado mismo en el orden de la metáfora y en vez de proponer una vuelta al origen puro –el de una lengua fundamental- plantea como ineludible el malentendido y el error de escribir que alcanza su punto más extremo en la translengua de Folisofía, su última novela, arqueología de la risa que no es ajena a la poesía: si Dios no es justo, ¿cómo podría serlo el lenguaje de los hombres, con ese no dicho llamado mujer entre sus sílabas? No rechaza la historia, sino a ésta como "iglesia", en tanto se suele atribuir a la historia algo perdido en la religión.
Heidegger, pastor filosófico, sólo puede pensar desde la contraiglesia del Ser, preservada como única historia en esa primera sentencia de Anaximandro sobre el castigo y la expiación que contienen la historia futura. Heidegger, que suprime al sujeto de enunciación y al chiste, responde a un modelo mítico de una comunidad sin fallas, donde lo sagrado borra la diferencia de los sexos, su malestar. Murena es ilegible como todo lo que suponga la instancia del verbo que no cede a la reproducción del crimen. Piensa, al igual que Benjamin, en su trabajo El lenguaje en general, en una comunidad sostenida por el verbo que interrumpe el pacto de los hermanos.

Benjamin se opone a lo que llama el enfoque burgués del lenguaje, para el cual "la palabra está sólo coincidentemente relacionada con la cosa", pero también a la concepción mística donde la palabra es la entidad misma de la cosa. Aclara que no toma a la Biblia como la revelación de un fundamento objetivo de la verdad sino lo que ella misma revela acerca de la naturaleza del lenguaje, otorgado por Dios como un don. El nombre propio –escribe Benjamin-, es la comunidad del hombre con la palabra creadora de Dios.
Ni Benjamin ni Murena plantearán volver a esa instancia paradisíaca y muda, anterior a la expulsión. Benjamin lee en el pecado original una ironía colosal sobre el origen mítico del derecho, y Murena establece a Babel y a Pentecostés como dos destinos inmemoriales de los hablantes que hacen pensar que la diversidad de lenguas. Lo babélico alude a la utopía de contruir una lengua única: un esperanto universal que sea a su vez sinónimo del poder absoluto representado en la Torre. La fantasía de la lengua única, del esperanto univeral, es propia de los totalitarismos: que en nombre de la raza o de la clase todos digamos lo mismo. Babel es la antípoda de la fiesta de lenguas de Pentecostés El soplo de Yavhé las multilplica. Y la poesía tiene esa impronta, está ahí para mostrar que lo que no puede escucharse en la propia lengua se torna audible en otra y que la misma lengua no existe en términos de completud. Nunca se termina de aprenderla o explorarla.
Por el lugar que el verbo ocupa en sus concepciones, ni Benjamin ni Murena pueden reducirse al utopismo que sueña una comunidad sin esa maldición del lenguaje, que es también su don. En la cultura esa bendición o maldición aparece como malestar y su solución es un proyecto totalitario de una comunidad que podría enunciarse de una vez y para siempre en una lengua única, purificada de todo velo y sombra de escritura.
La imagen de una comunidad perfecta no sólo está dada en la expulsión de los poetas del Platón de La República sino en el de Las Leyes: ahí la comunidad perfecta se funda sobre la neutralización de lo femenino –confinado a lo irracional-, y todo lo que no sea servicio a la ciudad y hace eco en una condena para el teatro sobre las imágenes de la mujer que va a parir a un templo o acentúa el rasgo, enunciado por Sófocles, entre una virginidad guardada y una entreabierta.
Los poemas de Murena desgarran la ilusión de ese himen no para apropiarse de algo que protege sino para configurar otro velo.
Haremos ahora un breve y puntuado recorrido por dos libros de poemas de Murena.
El escándalo y el fuego (1959) comienza con un golpe: "Una noche mordí / aquella pepita, / el inconfundible / gusto de mí mismo / Desde entonces huyo. / ¿Qué es ese temblor hacia el que corro, / ese viento del que no sé, si es el ser o el no ser? / ¿Cuándo me vuelvo? / Lamen mi cara las llamas / De la ciudad incendiada."
Hay una primera y desconocida falta, tan mínima que se vuelve casi inexpiable –comer una pepita, eco de la manzana del Paraíso-, y el golpe, escandaloso por desproporcionado, que el que habla recibe por parte de la ciudad incendiada. Uno puede evocar en la lectura que Maldestam hizo de Dante, el canto XVI del Infierno, que el poeta ruso comenta con estas palabras: "¿De qué se trata? De Florencia, por supuesto. Las rodillas les tiemblan de impaciencia y tienen miedo de oír su verdad. La respuesta llega, breve y cruel: es un grito".
El poeta no puede aquí, como Dante, gritar con la cara muy en alto, y no porque quiera callar sino porque la voz no le ha sido dada para eso. De gritar, por otra parte, nadie oiría.
Tampoco pude recurrir a la astucia porque carece de ella o, de tenerla, lo descubrirían: "Oh, hermanos, ¿dónde está el Ulises, el astuto, el intrépido / que alce el madero encendido y avance?

Su único recurso será, con un eco en Rimbaud, la blasfema plegaria que exalte la belleza vulnerándola desde una terca claridad: "Lo más claro / expresando / lo más oscuro / A la belleza / que eternamente será honrada, / abofeteémosla / hoy. / Poesía / del naufragio / en que late / un vertiginoso futuro."

Wittgenstein observó: "En el arte es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir nada".
Expresar lo más oscuro en lo más claro, decir algo que sea tan bueno como decir nada, pueden ser una vía que sustraiga a la palabra de la necedad: "A la cabeza / de la humanidad / un ciego y un cojo / cual guías / marchan / en caravana / tú sigues / el lento ritmo / te / duermes a veces / con la cabeza colgando / al borde del abismo / Considera sin embargo / que es en este instante / cuando tu puerta / se está cerrando."

El poeta no puede ser profeta como Salomón que se colocó por encima de la ley de Dios, entregándose a todos los placeres, para luego decretar la vanidad de las cosas mundanas.
Será a lo sumo un histrión a la espera de una revelación que no le será dada sobre su ser, o que de acontecer no habrá de descifrarla por la distracción que lo constituye.
Los notables trabajos de Oscar del Barco indagan las sucesivas tachaduras que la poesía impone a la noción del ser y examinan la distancia entre un Dios que enceguece por su presencia y lo angélico que lo torna comunicable.
Esto se acentúa en Murena, porque en él no puede decirse que el ser se constituya en el habla –como en la filosofía-, sino que el habla por la palabra poética se abre a una dimensión transferencial donde no siempre acude lo que se llama.
No hay en él una creencia en una idealizada coexistencia de los hombres y las criaturas. Los hombres no tienen miedo de las flores, que por otra parte, no son símbolos de inocencia; esos seres son más bien seductores, algo que no ignoran los insectos en los procesos de polinización. No hay una comunidad de poetas, como en el caso de Ortiz, que obvian el crimen que constituye el lenguaje sino lectores singulares en torno a una escucha irreductible que hace a una máscara que se señala con el dedo.
Lo sagrado en Murena no es ajeno a reconocer la violencia que supone y poco tiene que ver con la credulidad donde todo es religioso en la cultura del espectáculo y que bajo la prédica de la buena conciencia insufla una violencia abstracta que estupidiza a los sujetos. Lo sagrado está vinculado a un orden impersonal, como lo formuló Simone Weil, o es asumido como alguien que habla en el lugar de un homo sacer, criatura fronteriza que vive en un estado de prescripción religiosa y civil, expuesto a la venganza de las divinidades ultrajadas, despojado de todos sus bienes y posesiones, a excepción de esa falta que, sin importarle el ser o el no ser, hace resonar el escándalo del verbo en el lenguaje.
Las inversiones del ser y del tener son constantes: "Todo aquello / que no tengo / es lo que poseo: el mar..." El que escribe reconoce ciertos amores literarios: "Otrora yo inventé mitos / y canté a la noche / a José Hernández / y a Edgar Poe..." Habla un histrión que ha jugado todos los papeles, pero le falta uno, acaso no el que permita entender una verdad a través del juego de las dobles mentiras sino una consumación por una identificación con Cristo: "Histrión de mí mismo / ejecuto con toda aplicación / los papeles ordenados. / El tenebroso y dulce, el amigo, el desesperado / Hamlet que duda / y al fin asesta / una estocada / Así asesiné a mis padres / amé a quienes no amaba, / padecí por el que me causaba / tedio / y gocé de dichas / que sin duda eran para otro / Fuera de todos los escenarios / de la vida / ¿cuándo encontrará mi alma / su monte Calvario, / su cruz destinada / en la que por los clavos / por la befa / por el lanzazo / su verdadero papel / quede consumado?"

Pero ese Cristo puede ser quien mendiga en una oscura calleja: "Aquel hombre / en la calleja / oscuro, / sucio / y cansado/ aquel hombre / en la calleja / que me empujó / y a quien miré / con odio / era Cristo / aquel hombre / que se perdió / rápido / en el confín / de la calleja / Cristo, / desde el principio / hasta el fin de los tiempos, / eternamente / y nunca, / encarnado."
Acaso sea el mismo, exhausto y reflejándose en una figura que puede ser cualquier criatura penitente porque la encarnación de Cristo no tiene como objeto este mundo. El que escribe no por eso deja de ser un histrión, en tanto encarna no personas sino voces, como la de San Pablo: "Día / tras / día / afilo / mi arma / mientras / siento / crecer / en mi alma / las ansias / del crimen. / La ciudad / a la que debo / ir a buscar / a mi víctima / se llama / Damasco".
O la que no ignora que Dios es impensable desde una idea humana de justicia: "Busca el mediodía / para que en él / pueda serte dada / la noche sin piedad / en la que serás tú mismo / Dios no es justo". La paradoja de la criatura está significada por su versión de Lázaro: "Ahora conozco / el secreto / del silencio / de Lázaro / después de volver / de la tumba / Le había sido dada la prueba / de la existencia de Dios / que ningún viviente tuvo / y había dejado de creer / en Dios".
Un Lázaro que cree cuando no tiene la prueba y cuando tiene la prueba ya no cree. Lo único que sabe el que escribe es que habrá de preñar el mundo con una vibración singular, que no será dócilmente tolerada: "Tiembla / cuando no te odien / cuando la puerta de salón / se abra para ti / demasiado pronto. / Esa mano / que te acaricia / es la de tu enemigo / y la enorme / boca del mundo / que se besa / ya te ha devorado. ¿Acaso no has venido / tú también a traer / el escándalo y el fuego?"
Por esa vía el que escribe se confunde en algunos instantes con la creación, participando en su gratuidad con gratitud: "Flecha / entre los aires / el pájaro negro / del futuro / hacia mí / se precipita, / avispa astuta, / hundirá su dardo / en el costado / de mi pecho / para dejar allí / las larvas del amor / que en primavera / nacerán, / con la carne trémula / de mi ser /serán alimentadas". El futuro que se anuncia no es ilusorio. Es un pájaro negro. O un pájaro ciego: "El pájaro sólo canta bien / cuando / le han pinchado / los ojos / ¿No soy por cierto un hombre?" El que escribe no se considera inocente. No busca como Caín un pacto perverso con Dios, tras sospecharse de asesino: "Quien ama de verdad / debe llevar el rostro / eternamente cubierto / por un negro velo. / Pero ¿acaso soy yo / el guardián de mi hermano?". Ese luto que recuerda que la muerte misma está muriendo habla de una larga jornada, donde el don de ese Dios que escapa a las definiciones se vislumbra por sus posibles negaciones: "¿No escogió Dios / lo necio, lo débil / lo vil y lo que no es / para anular lo que es?".
Para un Gregorio de Nissa todo concepto que pretendía alcanzar la naturaleza divina sólo modelaba un ídolo de Dios. La poesía en su fuego es un escándalo para la sucesión de ídolos de una época. Por eso debe llevar su rostro bajo un velo negro, ya que el mundo es irreal para la oración de su sed, que susurra: "Bebe, no te detengas. / Bebe / hasta que tu mismo silencio / sea un grito / de júbilo...".

Publicado en 1975, El Águila que desaparece es el último libro de poemas de Murena. Las constantes de su poesía sufren en este último libro, adánico y testamentario, la prueba de un despojamiento extremo donde resuenan los tópicos de su primer libro –que remite a Dante-, a través de una "corteza de paraíso". La contradicción con el barroco de sus últimas novelas es sólo aparente: esa corteza aflora en infiernos múltiples. Los poemas interrogan una desaparición no para hallar una respuesta sino para abrir otra escucha, concentrada y expansiva, en el punto errático donde la luz del día se transforma en un sonido que coincide con una afirmación.
Murena no ignora que es imposible nombrar a las cosas por primera vez. Tanto más si no hay, en sentido estricto, "cosas", sino una trama de ritmos y figuras por las cuales el lenguaje da a ver un mundo que no está con él en relación de conjunción y homología.
En el poema inicial convoca algo extraviado en la lejanía. No hay una demanda de objeto, como ocurre con el moralismo objetivista, porque no es el caso de recuperarlo o restituirlo sino de constatarlo como perdido: "una playa / mediodía / los llamados / de las gaviotas / recordé la infinita / flor de nadie / hacia mí/en su lejanía / Entonces lloré". (Flor de todos).
Ese recuerdo no es el sinónimo de una nostalgia; y una inflexión exclamativa, inesperada, en un aquí y ahora, celebra en su enunciación cuando el poema culmina: "Ahora es ya! / decía mi corazón / Y me sentí dichoso".
El presente del tiempo habitual, sucesivo, difiere del que engendra la poesía, que es a la vez más puntual y errático. Está expuesto al error de escribir.
Esa flor de nadie no deja de evocar a Die Niemandsrose de Paul celan: esa rosa de nadie que era de todos cuando "todavía había potencias", un Arriba en palabras de Celan.
En el poema de Murena, Flor de todos, el único modo para que la flor vuelva a florecer es darla como desaparecida en un presente metafórico al que sucede una dicha sin justificación. Tal vez la única que cuenta porque coincide con el hacer de la poesía misma.
Ya no se trata de interrogar depresivamente lo no revelado de su ser o intentar de modo compulsivo de remedar los objetos por descripciones o designaciones tranquilizantes, según un autoproclamado objetivismo que confunde la palabra y el referente y es impotente para leer sus propias metáforas y en especial la de algo que escapa a toda figura: que ha habido una catástrofe que no tiene representación.
A través de ella, Murena ha descubierto un rostro sin cara ni imagen de la muerte: desaparición que habla de un cuerpo sin cadáver, porque sólo por su presencia la muerte puede comprobarse. El cadáver como prueba de la muerte no es algo del mismo orden que el del himen respecto de la virginidad, aunque en esos pasajes resuena un mismo rasgo que hace, más que a las identidades, al nombre que resiste lo indistinto que cabalga hacia lo indiscernible. Si no hay la prueba del cadáver, la muerte está en todas partes y en ninguna: de ahí su irrealidad. Se tratará para el autor de hacer un aprendizaje de ella: "En la noche / aprende: / muerte / tu muerte / seré yo" (Único Libro).
El pasaje del yo al tú no evita la metamorfosis: "Ser un pez! / una trucha azul", se vuelve la condición para ser un hombre (Ser un pez).
Los pasajes de un pronombre a otro, de la primera persona a la segunda, derivan en una impersonalidad excentrada, que lleva la oposición subjetivo-objetivo a un límite indeterminado: "Yo / tengo / un río / que conozco / y desconozco / como el que uno / es / Por fortuna / yo soy / ¿quién sabe? / Yo / no soy / yo."

Pero lo que cuenta o es quién sea sino que su identidad no es lo que importa en el error de escribir, donde se lleva a cabo un combate singular contra el tiempo para que el instante no se reduzca a una duración fugaz que presentifique el abismo: "Luchando contra el relámpago / contra el abismo". Es un combate sin antagonista porque no es el caso de una lucha por el poder –aunque a veces se lo enfrente- sino de un deseo que atraviesa la misma ausencia de objeto: "Celeste / avidez / del tubérculo / que penetra / la tierra / hacia la nada."
La nada no es aquí ausencia de algo, una simple nulidad, sombra brumosa de una presencia. Está próxima a esa sobrenada, la Ubernichts de un Angelus Silesius, que reencuentra una dicha ulterior en su vía negativa.
La nulidad del objeto –la rosa, en este caso- no coincide con la negatividad, ni excluye la osadía. La propicia: "Sin sombra / debería / marchar / como la rosa / que vuela. Querida / osadía / nula / del ser!" (Lamento de la alegría).
Aquí es ostensible que nos e trata de trascender el ser ni –si se toma a éste en tanto entre- retornar a una lengua primordial que coincidiría con la mudez. La ironía del remate final lo corrobora. No hay un intento de retorno a un origen perdido y único sino que ese origen es una muerte más que vuelve. Volver de la muerte –aprendida después de una desaparición- trae preguntas y paradojas, que renuevan una llama audaz sobre un mundo ya no pleno: "Ladrón del sol! / ironía / del mundo / que tanto es / no siendo." (Ladrón del sol).
La ironía de un sujeto que escribe sustraído al orden del ser se vuelca aquí sobre las visiones antropomórficas del mundo, contra las cuales, a falta de otro recurso, el poeta comete un flagrante, irrisorio delito, nunca definido por un concepto ni calculado por un valor.
Las interrogaciones del ladrón del sol son visitadas por lo que se podría llamar una inocencia ulterior que sortea las proyecciones ensordecedoras, el ruido informe que da a escuchar siempre lo mismo. Es una gracia que tiene que ver con la música. Murena carece de la vocación ortodoxa de un Claudel o un Lezama Lima que le permiten entrar directamente en conexión con la gratia gratis data, que en palabras de San Pablo muestra que el pecado original es ínfimo respecto de la gracia recibida. Sin embargo, no exacerba hasta volver fatídico el pecado original como el protestantismo, ni lo reniega en una gran Madre como ciertos esoterismos. Es como si su relación despojada con el verbo se fundara en su respiración, que ha encontrado la métrica, el acento, la escansión del mismo silentium loquens. Así se lee en Vibración del nombre: "En el lecho / de las aguas / ¿hallan los cocodrilos a su dios? / Al mediodía / dormidos / bajo el sol / ¿rezan / los gatos / los álamos / su credo? / Nuestros / cuerpos / cuando despiertan / se yerguen / son oración / Aprieta / los pulgares / contra / los oídos / oirás / tu arroyo / que es de todos".
Ese "todos" reaparece marcado por la vibración del nombre para los oídos de alguien que en desvío del abandono de la palabra, común a las generalidades de una época dicha por la publicidad, quisiera entregarse a los acordes de una trama inédita.
Estamos ante esa voz lenta, escalonada, sincopada, que en este libro encadena efectos de silepsis y tensión metafórica: "Diálogo somos entre una corza oscura y el secreto claro".
Corza oscura y secreto claro responden a unidades de significado diferentes: la comparación surge por ausencia y coordinación; enlaza dos antónimos que vibran en tensión de oxímoron.
Hay una leve vuelta de tuerca respecto del Escándalo y el Fuego en la relación de lo oscuro y lo claro. La corza oscura y el secreto claro han sido nombrados en una misma escena de sintaxis para que luego de sucesivas negaciones, en ese mismo poema, resuene la afirmación: "Así / el fin / nunca en el fin / fenece."
Por ese uso de las negaciones, luego de la muerte-desaparición-catástrofe, significada en la partida del águila, algo del verbo retorna por la vía de la poesía. Habitamos un espacio de lengua donde no es posible hacer ninguna profecía sin volverse falso profeta. El templo de la Pitia está vacío y la tribu no desea ir a las fronteras para escuchar a un Isaías.
En la comunidad sórdida que surge en la modernidad, ella puede prescindir del verdugo y de la víctima: en el medio de los modernos relatos de fines surge el ideal de un genocidio hecho por ninguno y convalidado por todos. Las negaciones son necesarias para que vibre una afirmación en un universo abrumado por un relato de los fines más que por el mero fin de los relatos, y que se hace ostensible en las versiones lineales de lo apocalíptico: los fanatismos que nada quieren saber de la relación de la lengua y el interdicto, la vaga escatomanía del fin del mundo que este siglo continúa en clave grotesca, las erosiones de los postnihilismos, su negación positiva que nace y es correlativa a la palabra sin verbo de los fines.
La utopía no es otra que la de una comunidad de hermanos que pudieran obrar sin lenguaje, en una lengua única, imperativa, que se asienta en los renovados ídolos de la raza y la tierra, que reniegan de la separación de la palabra bíblica.
En la retirada del águila, el ladrón del sol no ignora que a los hombres se les ha robado su propia muerte. Murena ante eso se sitúa como el "extranihilista", que no niega las necesarias destrucciones –las estéticas vanguardistas-, respecto de esa negatividad simple y burda que respira el aire complaciente y letal de una época. No sólo no las niega sino que las apura hacia su fin. El problema no reside en la nivelación de todos los valores que según Heidegger es común al nihilismo sino que éste se enuncie y postule en nombre del Bien, con el lenguaje muerto de las buenas intenciones.
Murena hace uso de una negación de vía múltiple y en favor de una afirmación que en otra orilla, la de la palabra que por insistir es poética, resiste a que se identifique el fin con el final. Se diría que esta concepción no es ajena al Murena novelista. La experiencia de la desaparición no es total, responde a eso que desaparece en el presente para que éste se diga como tal, excluyendo la posibilidad de otro tiempo y otros lugares para abrir en la lengua una dimensión transferencial.
La oposición que sitúa a la vida como algo positivo y a la muerte como su sombra nula se desarma en un proceso metafórico que sustrae al sujeto del odio a la creación.
Quien ha inventado personajes sabe que este odio no es gratuito.
Esta vía supone un precio, más sacrificial que el de un pautado intercambio: es el salario de esa desaparición, que surge como un valor intraducible ahí donde un viento de muerte se presenta como una salud que ha extirpado todo principio de evaluación hasta negar la existencia de la misma muerte. Salario: a los soldados romanos se les pagaba con sal, con el salarium. En Grecia se empleaba la sal para corroborar juramentos y tratos.
Pero también la sal remite a la creación de la alianza y a la comida sacrificial. Ha sido un medio de pago y un condimento especial, un elemento picante en la lógica del don que no es ajena –como suele olvidarse- al tiempo del intercambio: dice que todo se devuelve, pero no se estipula cuándo. Como para Murena el tiempo sólo se ocupa del tiempo, hay que inventarlo en la misma trama del poema, no esperar que vuelva el águila para darnos las alas que nunca tuvimos.
En la época de Dante predominaba la sed de volar y los dibujos de Leonardo prefiguraban las máquinas del futuro. El vuelo de Gerión es ciego, pero mucho más su descenso, que es el de un halcón mal lanzado que no ha entendido acaso el mensaje de su halconero. En los poemas de Murena, el águila desaparece sin justificación y eso cambia la relación con el presente que se ha liberado de todas las relaciones con el pasado y la tradición, queriendo eternizarse en su propia imagen. El sujeto de Murena no se planta ante el presente en términos de ser o no ser sino como una falta donde se tiene algo –el deseo, la relación con la muerte, el río que besa todos los mares, la sal suprema-, ahí donde no se es.
En la comunidad antigua, el uso ritual de la sal tiene que ver con el reencuentro de los hombres después de una catástrofe. El sacrificio tradicional acaece cuando hay un crecimiento exacerbado de la culpabilidad y las identidades han entrado en crisis. Lo moderno se vislumbra como la doble imposibilidad del sacrificio y del duelo. Sólo en la sal de la palabra hay una huella –más que una promesa- de la salvación. El nacimiento de algo que comienza con la misma desaparición y revela una criatura sin nombre: "En el reino / de / los nombres / en el reino / de / las flores / nace / la salvadora / criatura/sin nombre."Se insistirá en los poemas en construcciones simples, de apariencia convencional, pero organizados en tonos específicos que –en la zona de la criatura- hacen cesar el lenguaje para que pueda volver a desplegarse, a renacer, sin halcón ni halconero, desde las mismas cenizas de la sal: "Allí / caduca / la palabra / allí / el lenguaje / nace / cetro / de fuego / que vuelo / remonta" (Fénix).
Como si en ese aprendizaje de la muerte, donde, a falta de ritos de iniciación, el hombre culto está tan solo como el iletrado, hubiera que pasar del instante donde la muerte es reconocida como un idioma extraño que se aprende a hablar en ese mismo instante, a nombrar un advenimiento primaveral.
En no pocos poemas el sujeto lógicamente contiene al predicado, como en el caso de "un hombre es un hombre" (Colibríes), pero gramaticalmente se trata de dos construcciones coordinadas por un verbo copulativo que en el poema es alterado por el juego de la metáfora que abre paso a isotopías divergentes: "el hombre es un hombre" es un enunciado que se agota en una mención vacía y con él todas y cada una de las metáforas que han dejado de ser tales, que se han dosificado, petrificado, están ahí y aletean impotentes, sin sal, sobre ese "el hombre es un hombre", cuya referencia podría reiterarse sin término.
Esto es lo que, no obstante, hace obrar al poema: el colibrí reaviva el orden de las figuras y los estados de cosas a través de sucesivas negaciones: "Pero el colibrí! / que no vuela / ni brilla / ni canta / es una magnolia / un relámpago / un río!".
Hay comienzos de frases exclamativas, donde no son las construcciones nominales las que preceden, en tanto intentos de definir un empalidecimiento que por un apóstrofe se encamina hacia el sol: "Fuente fría / que llega / hasta el sol!".
Hay algo áspero e esas exclamaciones. Las designaciones que les siguen interrumpen de pronto su vuelo sonoro: "Laurel / rosa / raíz / en la luna". Quien las escribe se embarca en una trama interrogativa: "¿qué haces / con tu música? / ¿desde / dónde / suena tu voz?", que se vierte a la generalidad del mundo al cual se le van restituyendo las condiciones de la audición y la visión. Se diría que el águila desaparece para que desde su ausencia el mundo, acre y hundido en una fórmula de amoníaco, pudiera por la materia poética trabajada sobre su epitafio producir un acontecimiento por el cual en un instante resuena esta frase: "todo oye / todo mira".
Si el que lee descubre este instante, se puede decir que el error de escribir no se ha desencaminado en demasía. ¿Qué es "escribir" en estos libros? Kafka afirmaba que su escritura se conformaba bajo la forma de la plegaria; y Murena podría corroborarlo. Escribir, como un acontecimiento irreductible, no es algo que ocurre muchas veces. Dar a ver y oír en la superficie gastada o herida de las palabras que en los poemas responden a títulos que se dicen en una génesis , que se abren en tres momentos: hubo una incesante llama, anterior, que se ha apagado y perdido, pero a la cual voces y figuras traen hacia una orilla impredecible a condición de volver a extraviarlas y posibilitar su reencuentro.
Parciales alegorías, como breves arco iris, se esbozan en las palabras. Sean, por ejemplo, en la primera parte: la manzana, el hada, la flor.
En la manzana, el objeto es negado en su carácter convencional mediante construcciones de tipo nominal: "Una manzana no es redonda / una manzana no es perfecta / susurros de polvo / arco iris agua / una manzana es una manzana (Pupila del tiempo).
Sucede como si la poesía tuviera que nombrar esa existencia anterior a la catástrofe cuyo centro no está en ninguna parte y tiene como única prueba un acto sin premisa ni argumento: el error de escribir, injustificado como las manchas de la luna, es el que descubre la mancha que se dice en una condensación de blancura. Volver a nombrar es un procedimiento insistente, que responde a algo más que a un rasgo de estilo. Es una operación a través de la cual, luego de sucesivas negaciones, el objeto puede volver a ser dicho, en tanto el sujeto surge de esas mismas negaciones con la ruptura del lazo que enlaza el silencio y la muerte. Como si la afirmación por sí misma no pudiera afirmar y hubiera que reinventar el decir "sí", ostensible en el poema final: "¿Sabe / el árbol / que existe? / ¿Sabe uno / si existe? / El cisne / dice sí / que sí" (Existencia del linaje).
En el poema antedicho, una vez reaparecida la manzana por una exclamación trae un latido: "Corazón por años abandonado / retornando por las pupilas que el tiempo abrió!".
Y el hada no es lo que llama, sino lo que acude: "Al / hada / no / se / la / llama, / el hada / acude / cuando quiere".
La desaparición del águila no es su muerte definitiva. Como una reina blanca, una corteza del paraíso, a todos se muestra una vez en la vida: "En la vida / a todos / una vez / se muestra. ¿Qué te dijo / con su beso / espada?".
Desde su misma crisis, la palabra se debate con la nostalgia del águila que, sin poder, impera desde su ida. Ha ocurrido en la lengua algo que nunca podrá corregirse y el luto es la figura de un duelo tan necesario como indiscernible.
Resuena el salario sin precio de un malentendido.
Identificar a esa desaparición con la muerte y decir que ese muerto es Dios es todavía asegurar esa pérdida, y prepararse para adorar nuevos dioses.
Bataille evita ese ateísmo crédulo cuando dice que Dios es una puta.
Murena, asumiendo la desnudez de una innombrable desaparición –el águila significa esa ausencia y la insistencia de una corteza de paraíso-, propone un lúcido encuentro con la muerte, para que ésta no se confunda con la pura destrucción o el resentimiento, y participe de una violentada pero insistente creación:
"Sin armonía / el fuego / el aire / la tierra / y el agua / matan. Con muerte engendran / el cristal / de la sal / suprema". (Los cuatro elementos).
En el libro anterior el escándalo es asumido por una criatura fronteriza donde se refracta una redención imposible, extendida como una carta a todos: "De toda / la humanidad / uno solo / se salvará, / uno solo / se condenará / Eres tú".
En su último libro esta extensión es el pliegue de una criatura sin nombre; la apuesta de que sólo la poesía perdurará como la sombra de un arco iris, o un manso descenso que sigue al estrépito del vuelo, la fuga, la desaparición: "La gracia / desciende / cuando / desnudo / te echas / a dormir / sobre un prado / de violetas".
A Dios –al verbo- se lo encuentra de no buscarlo; y la poesía acude cuando no se la llama. El problema no es tanto que Dios exista o no exista, sea justo o injusto, sino que a veces toma en serio ciertos juegos de la lengua y lo que él celebra como un chiste, incluso a través de un ángel grotesco, es escándalo y es fuego para los hombres, que necesita en su mismo rechazo de este sacudimiento.
Por el verbo, el embrujo mayor que trabaja al género humano –el sueño de una comunidad eximida de la maldición y la gracia del nombre y el verbo-, como instituido en cuanto eliminación de la palabra que lo juega, cede en un instante múltiple, sustraído a la duración lineal y robado al presente por un acto poético.
Es cierto que el ladrón del sol, ese histrión que juega todos los papeles menos el de poeta, no puede idealizar el futuro con la promesa de un nuevo amanecer que se escurriría como un cedazo. Pero puede descubrirle otra intensidad a sus colores, aunque sea en la sombra de un arco iris, para llorar un eco que no ha sido nunca escuchado o despuntar en una risa que nunca se ha reído, salvo en las masas del infierno o una corteza del paraíso. Que algo de esto resuene en la lengua, aunque sea una sola vez, justifica lo que llama el error de escribir.
No es necesario comparar, imaginar o exagerar: es mínima per decisiva su acrobacia. En este último libro de poemas de Murena, es la posibilidad misma de nombrar la que se reinventa.

Abyssinia, N 1,1999.

sábado, 22 de octubre de 2011

Políticos encierran indígenas para elecciones. Por Rita Venturino

¿Dónde están las organizaciones de los derechos humanos? ¿Y los indigenistas que se pasaron años atacando al fantasma o al monumento de Roca y se esfuman cuando agreden a los aborígenes? Como dijo con ironía el poeta Lucio Greco: "por voto kantado, indio encerrado". Enjalulados podría decirse, como si este progresismo volviera a una situación anterior a 1810.






Las Comunidades Wichíes de Ingeniero Juárez, provincia de Formosa, advierten que fuerzas de choque del intendente de la ciudad, Cristino Mendoza, esta "arreando" indígenas para encerrar hasta el domingo, cuando serán las elecciones, les quitan los DNI, y el voto. Que es para él como candidato a Intendente, otra vez, para Gildo Insfrán como gobernador, otra vez también, y Cristina Fernández como presidenta, lo mismo.El sábado pasado falleció la autoridad Wichí de la Comunidad Esperanza, Pablo Egues, tras sufrir presiones relacionadas con esta práctica y resistir. En la Comunidad Barrio Viejo, hubo enfrentamientos con la gente del Intendente por negarse.Pero hoy lograron por la fuerza del terror y amenazas llevarse a gente de comunidades. A estas horas ya permanecen encerrados.Defensoría, organismos de derechos y la justicia están al tanto, Cristino Mendoza fue denunciado por esto en 2009 y está procesado, mucho más las autoridades políticas lo saben, que son quienes llevan a cabo las prácticas, y tienen el poder que tienen a raíz de imponerse así.A quién vamos a recurrir más que tratar de hacerlo público y que no dejemos solos a quienes denuncian y resisten, y seamos todos, de manera que esto deje de suceder. Si no hay justicia debe haber escrache, a esta gente no solo no se les puede dar el voto, ni delegar nada, ni los buenos días merecen.Luego habrá que dar juicio y castigo a los responsables, y el debido aislamiento. Quienes hacen este tipo de cosas, como todas las que vienen denunciando las comunidades, y son de conocimiento público y están conocimiento de organismos internacionales, no pueden tener el más mínimo poder de nada, más que si son tan destructivos y peligrosos ser aislados. Son ricos a costa de que a otros les falte, son poderosos a costa de expropiar hasta la humanidad de las personas que se dicen representar, ganan a costa de que todos perdamos, compiten entre supuestos opositores por quien es más negociante y atroz, no tienen ética, son psicópatas, no tienen perdón, y se sienten impunes y justificados porque es posible de haber cosas peores.Es algo que nos están haciendo a todos, contra todos, ¿podemos dejarnos hacer esto o ser cómplices?


Rita Venturino, texto. Agustín Santillán, fotos

viernes, 21 de octubre de 2011

Reflexiones, aforismos, frases. Por Luis Thonis



Anoche soñé que se daba un Nuremberg contra la corrupción sobre el modelo del Juicio a las Juntas. Vi personajes esperpénticos en la sala: Moyano tratando de justificar por qué le había roto el camión a uno que no quiso afiliarse ni ir a estudiar sánscrito, a Moreno hablando de garantías individuales como un doctor en derecho, a Sioli mirando de reojo un evangelio y a Kunkel apretando un libro de Cooke, a Boudou esperando desenfundar la guitarra para amenizar con los jueces, Hebe de Bonafini maldecía a los traidores de la ETA por dejar de poner bombas contra los civiles, vi a Insfrán enfundado en un manto de carpincho y un mate gigante que recordaba su pasado de pueblo originario, a De Vido jugando a Diablo III de última generación.
Vi a Cristina colgada de una lágrima, los cabellos tiesos y exhibiendo las arrugas como signo de profundidad, mientras desde enardecidas bandejas le tiraban a la cara sus truchas declaraciones juradas recordándole que sólo había sido una empleada pública paga por todos, en tanto ella se preguntaba por qué los argentinos me hacen esto si impedí que les secuestraran los goles.
Dicen que soñar no cuesta nada.
Pero querer terminar con una pesadilla mediante un sueño significa que uno es el condenado. Al despertar me dije: ¡Cuatro años más de Kukas, con un poder omnímodo y decididos a ir por todo!, y que pueden ser más si la caja, la soja y el circo lo permiten y di gracias a Joyce, a Murena, a tal novela, música, poemas, a ciertas voces amigas que no han sido quebradas, aspiradas, envilecidas que me fueron habitando al exilio interior y fui pasando de la condena al privilegio lamentando que estuviera tan al alcance de la mano de tantos que fueron triturados y vaciados por esta máquina cuya avidez cesará con su autodestrucción.
cuatro años más de Kukas con un poder omnínodo y decididos a todo! y pueden ser más si el Diablo III, la caja, la soja y el circo lo permiten!, y di gracias a Joyce, a Murena, a tal novela, relato, música, poemas, a ciertas voces amigas por haberme habituado al exilio interior y fui pasando de la condena al privilegio.





Al no condenar ni reprobar la agresión de Guillermo Moreno sino justificarlo- “cumple su deber”- Cristina Kirchner extendió una licencia para golpear. Dio luz verde a la violencia. En adelante cualquier patota oficial podrá agredir a alguien que no le caiga en gracia. De hecho, ya hubo una serie de agresiones y cuasi atentados en diversos lugares del país a candidatos no oficiales. Pero otros también pueden tomar la justicia con sus propias manos y la violencia, que es por definición contaminante, ir en crescendo. No se trata de ideología, que Jorge Macri pertenezca a otro partido.
Yo al menos habria dicho lo mismo- lo escribí en su momento- si el agredido hubiera sido Sergio Szpolski, capo de innumerables medios K, cuando Luis D´Elia, empleado de Irán, lo atacó con expresiones antisemitas. Añado que el juicio que se le quiere hacer a Fito Páez por haber dicho que le dan “asco” todos los porteños me parece una frivolidad aunque no esté de acuerdo con él. Mucho más grave es el delito de perjurio que a diario cometen funcionarios públicos.
Pero la misma lógica K en cuanto a lo jurídico se basa en haber transformado el derecho- que siempre la limitación de un poder- en una licencia.


El corte de Gualeguaychú: violaba la ley internacional pero la licencia llegó a transformarlo en una “causa de todos los argentinos”
Cuando el Tribunal de la Haya falló en contra y se pactó con Mujica se llegó a querer juzgar a los asambleístas como delincuentes. Hebe de Bonafini y Shocklender tuvieron licencia para hacer lo que quisieran con los fondos de la fundación, en tanto los hijos de Noble fueron tratados como reos y lo único que faltó es que le inyectaran el ADN que andaban buscando.


La licencia para los funcionarios principales- De Vido, Randazzo, Aníbal Fernández- es un presupuesto de los superpoderes para usar a gusto el presupuesto sin ningún control. La licencia para agredir se ve ostensiblemente en el elogio a Guillermo Moreno- elogiado casi en términos de obediencia debida- y finalmente hay licencia para matar, como el caso de Insfrán y las formas de tercerización del crimen como dijo Claudio Lozano que obedecen al mismo libreto como en el caso del Parque Indoamericano, Mariano Ferreyra o los crímenes de aborígenes en Jujuy.
Los más fanáticos ya se autorizan en firmar sus propias licencias y esto prefigura un panorama de bandas de tipo fascista que como en Venezuela “hacen justicia” con quienes intenten algún tipo de protesta.
El haber ido sustituyendo el derecho tradicional que es limitativo por lo licencioso ilimitado es un paso a un régimen donde obre la sola fuerza con la garantía de la Justicia K S.A.










Ayer fue un día de luto para los castrotercermundistas. La imagen de Chávez homenajeando a Kadafi habla por sí misma: el viejo socialismo árabe que muere y el socialismo del siglo XXI hundido en el caos económico y la represión de los parapoliciales, un modelo a seguir para muchos trasnochados compatriotas. Cuando la OTAN- como lo hizo en Bosnia y en Kosovo- intervino para detener el genocidio a la población libia, Cristina Kirchner se apiadó de un hombre que tiene unas trescientas mil víctimas y al que había llamado “compañero”. También quedan afectados orientalistas como Edward Said que en sus obras sostuvo el mito árabe mientras las fosas se abrían. Y los Chomsky que piensan que EEUU e Israel son dictaduras para encubrir a las verdaderas- desde Corea del Norte hasta Cuba- y sus terroristas internacionales como Hamas, Hezbollah y Al Qaeda. La mujer libia enfrentó con un valor extraordinario la metralla del régimen. Ojalá tenga un lugar en las decisiones y la posibilidad de una primavera democrática no sucumba a un invierno fundamentalista.






La Argentina K, recordemos, se solidarizó en 2009 con Al Baschir- hasta ahora el mayor genocida del siglo XXI- por orden de Chávez y ahora es socia de Irán, lo que significa un insulto a




las víctimas argentinas del atentado a la Amia.













Con el paso del tiempo el menemismo será considerado más ético y republicano, de mayor “calidad institucional” que sus sucesores kirchneristas que formaron parte del anterior elenco. A eso se ha llegado. Si un día la pesadilla termina se dirá “fui menemista pero nunca K” como no hace mucho “nunca fui menemista sino peronista” referido a quien nadie nunca votó y arrasaba con el 50%.
Tomo como prueba la carta de la monja Martha Pelloni a Gildo Insfrán sobre el uso de éste de los niños como mulas para el narcotráfico entre otras graves imputaciones- comercio sexual de niños y el tráfico de órganos- no ha causado escándalo siquiera en la atolondrada oposición. Insfrán no sólo se negó a investigar sino que puso obstáculos para que la cosa continúe. Tampoco deja en paz a antropólogas que quieren enterarse de la situación de la comunidad Quom.
Los medios K esta vez no aplicaron su método de matar al mensajero antes de indagar si lo que dice es cierto. Ni siquiera fue necesario pese a lo la situación que denuncia Pelloni es inhumana y plena de aberraciones.
Se puede ser justo si no se es humano, escribió Lautréamont.
La cultura K ha logrado naturalizar los hechos más siniestros con la consigna de siga el Circo mientras la caja y la soja lo permitan..
La monja Pelloni encabezó las marchas del silencio por el crimen de María Soledad en 1990, uno de los más aberrantes de la historia y luchó sola contra el feudalismo de los Saddi, logrando que Menem interviniese la provincia, Guillermo Luque fuera enjuiciado y su padre Angel echado del Congreso al afirmar que podría desaparecer a quien quisiera. Se consideró al final del juicio que se había terminado el feudalismo mafioso en Catamarca.
Hasta David Viñas, un escritor poco interesado en temas jurídicos, celebró en una nota del diario Clarín la sentencia como un punto de inflexión. Pero los Saadi, nepotistas, volvieron este año a través de la gobernadora electa Lucía Corpacci representando al kirchnerismo y ni bien asumió dio su puntada inicial a la rescritura de la historia: declaró en marzo de 2011que el caso María Soledad “mediáticamente se manejó de una manera que los que vivimos en Catamarca sabemos que no fue como la mostraron los medios" Fue puro invento. Y Saddi, entonces menemista y hoy ferviente hombre de los K, al votar la Ley de Medios Audiovisuales deslizó que de haber existido ésta no habría sido intervenida “su” provincia. Tiene razón: cuando todos lo medios sean Uno, los Saddi y los Insfrán aparecerán grandes benefactores.
Ningún amante de los derechos humanos le reprochó una coma. Ahora se deja a los amigos convertir a los niños en mulas y no pasa nada.
Todo un reencuentro en familia.
Estamos en manos de esta gente que pretexta diferencias ideológicas cuando se trata de una misma Mafia. La “izquierda” a diferencia de lo que hacía Viñas, ahora hace tareas de encubrimiento.
Este silencio sobre lo que denuncia Pelloni es un vaticinio si se tiene en cuenta que no sólo no se hace la vista gorda con las arbitrariedades que antes causaban escándalo sino que hay idolatría de la Cámpora con Insfrán- gravemente implicado además en el robo de tierras y asesinato de tobas- a quien nadie la toca el trasero en la Rosada, hay negocios de por medio. Para Cristina Kirchner es un “patriota” que cumple su deber como Guillermo Moreno, lo que significa licencia para una impunidad que anuncia una Argentina más violenta y grotesca que tendrá celebridades como Menem y Saddi como senadores K. Amado Boudou repudia cualquier crítica atribuyéndola a los “profetas del odio”, con los mismos términos de la dictadura.
Y bien: que cientos de excrementos de buitres con aerolitos de un cielo piadoso caigan sobre todos ellos y los haga revolcarse en la lava del infierno, imagino que escribiría el yorugua conde de Lautréamont en uno de sus cantos.

A Elisa Carrió la llaman "Comandante Porky" y hay risas oficialistas. Si alguien se refiriera a los "gronchos" y a los "grones" y los matasietes que gritan en la Plaza sería acusado de discriminación.
"La tenés adentro", el canal de Sergio Szpolky alentó ese poco sutil enunciado maradoniano que supone que el homosexual- y por extensión la mujer son seres inferiores-y el circo sigue. En realidad tenemos adentro un montón de histriones grotescos, la mayoría de los cuales debería estar entre rejas.




















jueves, 20 de octubre de 2011

Retrato del poeta como comisario. Víctor Bustamante


Uno termina pareciéndose de una manera inobjetable a quien admira. Esto para referirme al Mono Rendón, el nobel alternativo, ávido del poder frágil que da la simulación de la poesía como fachada económica y política y no como búsqueda personal de aquel que no tuvo empacho en eliminar, sin fundamento y con su soberbia a sus compañeros de generación, también fundadores del festival, a quienes echó poco a poco y de una manera letal del Festival de Poesía. La lista es larga y él sabe quiénes son. Es una suerte de exterminio que se parece al modelo de lo que él admira, en este caso, los trasnochados presupuestos de la Revolución Cubana, aquella del dictador Castro I y Castro II, la primera dinastía stalinista del trópico, que obliga al vasallaje intelectual con uno de sus comisarios, el poetastro Fernández Retamar que vendrá a Medellín para el festival de Poesía este año del 2009.Cierto. Uno termina pareciéndose a sus invitados y emulando su soberbia y sus vicios. ¿Pero quién es Roberto Fernández Retamar, más conocido en el mundo intelectual como el poeta-comisario?Veamos primero qué es comisario, ria. : (Del b. lat. commissarius, y este del lat. commissus, part. pas. de committere, cometer). 1. m. y f. Persona que tiene poder y facultad de otra para ejecutar alguna orden o entender en algún negocio. 2. m. y f. Funcionario cualificado de la Policía criminal.Poeta. (Del lat. poeta, y este del gr. ποιητ?ς). 1. com. Persona que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas. 2. com. Persona que escribe obras poéticas. 3. com. Persona dotada de gracia o sensibilidad poética.Total no hay nada más aterrador que hacer notorio este monstruoso ser creado en la Isla, en la bella Cuba, por el dictador Castro I, que exige a sus esbirros que se parezcan a él, así los intelectuales cubanos deben de ser parte de la oficialidad cubana, de lo contrario no existirían y son relegados; tampoco nada más desgarrador que un funcionario encargado de la policía criminal dándosela de persona que tiene sensibilidad poética. Pero algo es cierto: un verdugo puede disfrazarse de poeta, pero un auténtico poeta nunca hará lo contrario. Es simple cuestión de sensibilidad y de honestidad.Para nadie es un misterio que la dinastía y dictadura de los Castro Primero y Segundo empobreció drásticamente a la cultura cubana a pesar de haber cooptado la literatura latinoamericana cuando se dieron cuenta que de esa manera desactivaban con sus premios a los intelectuales críticos de la Isla y así mismo esto le servía de propaganda al régimen del dictador en el exterior, para posar de sensibles. Esto es notorio en los intelectuales latinoamericanos que han sido jurados, que han sido premiados, que han viajado a la Isla. De repente callan las atrocidades cometidas contra la libertad de expresión en Cuba. En esa estólida peregrinación les tapan la boca y les remiendan la conciencia con un vano premio literario entregado por los verdugos y censores de los escritores.El acta de defunción a la cultura cubana la firmó el propio Castro I, en 1961, cuando hizo censurar un documental PM, dirigido por Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, pronunciando un discurso estalinista, "Palabras a los intelectuales", en el que determina, sacando su pistola y colocándola sobre el escritorio como cualquier gángster: "Dentro de la Revolución, todo, fuera de la Revolución, nada", dejando de lado cualquier tipo de crítica.Montaner dice: “A partir de ese momento, la cultura cubana fue estabulada en "talleres" literarios manejados por "cuadros" del Partido Comunista, organizaciones gremiales como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), calcadas de la URSS, concebidas para vigilar y establecer formas de control, y revistas como Casa de las Américas, dirigida por el poeta-comisario Roberto Fernández Retamar, cada vez más comisario y menos poeta, dedicadas a establecer los cánones ideológicos. Desde entonces, cualquier signo de espontaneidad o el menor amago de crítica —Lezama, Heberto Padilla, René Ariza, Reinaldo Arenas— era extirpado violentamente de la vista de la sociedad y su autor quedaba reducido a la condición de no-persona”. A esta lista le agregó a Cabrera Infante, Virgilio Pinera. Armando Valladares, Norberto Fuentes, Raúl Rivero, José Triana, Calver Casey .Esa perversidad llevó a que esta agremiación, la Uneac, dirigida por un poeta que prometía ahora de menor tono para la eternidad de las letras cubanas, buen revolucionario, Nicolás Guillotina, en el caso Padilla se enfermó súbitamente para no darle la cara de vergüenza al poeta pero tampoco dar la cara a los censores cubanos. Ese es el rostro del cobarde. Pero para esa labor de inquisidor, Torquemada tropical, estaba Roberto Fernández Retamar junto a uno de los personajes más siniestros de la cultura cubana: José Antonio Portuondo que dirigió el juicio llevado a cabo para doblegar a Heberto Padilla obligándolo a retractaciones públicas, autoacusaciones que no es nada menos y nada más que la humillación al poeta. Donde se relegaba al escritor o se condena a la cárcel por su desviacionismo que no es más que callar ante los atropellos de los dogmáticos tropicales que no aceptan ningún tipo de crítica al régimen.Fernández Retamar había comenzado sus pilatunas, mejor su corrupción moral, su falta de ética y de solidaridad con los escritores, al denunciar como contrarrevolucionario, por su homosexualidad. a Anton Arrufat, por lo cual fue premiado con la dirección de la Revista Casa. Otra de las confesiones más humillantes fue la de Cintio Vitier, aquel que había escrito poemas formidables cuestionando la Revolución pero en el 69 , durante una lectura en la Uneac se adoctrinaba al lado de Castro para poder sobrevivir entregado al miedo y a la burla oficial, para terminar escribiendo poesía ridícula a la zafra, a la recogida de café, o al niño Elián, acompañado en su adoctrinamiento nada menos que por Fernández Retamar, Nicolás Guillotina y Raúl Roa. Era la actitud típica del católico reaccionario que se hace del lado que más le interesa, el de los vencedores. Y su producto más acabado y siniestro: rehabilitar a los escritores que disienten de la experiencia más cara y nociva para un país, la utopía de la revolución.Traer a Fernández Retamar a Medellín es convalidar al verdugo y a la falta de libertad de los escritores en la Isla; y es una bofetada a la poesía y un elogio a la policía castrista que es la única institución que funciona en Cuba. Recordemos que Fernández Retamar o Rematar, que es lo mismo, firmó esa carta de apoyo, junto a Silvio Rodríguez, Miguel Barnet, Alfredo Guevara, Pablo Armando Fernández, Senel Paz Alicia Alonso y otros 27 intelectuales donde apoyan a la dictadura-dinastía de los Castro Primero y Castro Segundo para fusilar tres jóvenes que intentaron irse de la Isla y al apresamiento de unos 70 intelectuales. Y de esa manera desactivar con el miedo y la represión las críticas que dan sentido a la democracia.Traer a Fernández Retamar es no tener misericordia con algo que se llama la libertad de expresión y es convalidar al régimen. Y es no salir de ese provincianismo que aun nos hace pensar que somos de vanguardia por pertenecer o la falsa izquierda dogmática cuando ya se ha descubierto la mentira y el papel represor de las instituciones cubanas con sus escritores.Traer a Fernández Retamar es mancillar la libre expresión y mancillar la poesíaQué excusa puede tener la corrupción moral de quien invita a Fernández Retamar quien como escritor oficial de Cuba, director de Casa de las Américas, ha callado ante el régimen- Y con su cómoda ceguera ha callado nada menos que ante los miles de muertos, las ejecuciones, los miles de encarcelados por pensar diferente, ante los campos de concentración para homosexuales, los millones de exilados y la falta de libertad para la verdadera Cuba. Qué persona que se llame poeta o escritor es capaz de escribir teniendo sobre sus pies esa base de iniquidades: ninguna, a no ser que haya sido el verdugo y su admirador, y el traidor de sus amigos, quien lo invita. El deber de un escritor es no callar ante los abusos del poder de la izquierda y de la derecha.Fernando Rendón, no creo que seas un tiranosaurio rex, aquel violento dinosaurio del Cretácico superior . Aunque tengas como modelo al Fernández Rematar de los juicios de La Habana. Pero alinearse al lado de la tiranía y dinastía de Castro Dos, al traer a su comisario, es cohonestar con los tiranos y estos de izquierda o de derecha merecen el repudio. No le digo poeta a Retamar ni a ti porque es rebajar el término poeta a la degradación, Hitler también pintaba.Fernando Rendón recordá que cuando recibiste el premio nobel alternativo, dijiste que en Colombia corrían ríos de sangre, pero olvidaste que esos ríos de sangre también eran por culpa de la mala izquierda y no olvides los ríos de sangre y el exterminio donde Fernández Rematar estuvo y calló, como comisario-poeta, de una manera miserable.Fernando Rendón espero que des un debate intelectual digno donde expliques esto, la invitación a Fernández Retamar, ya que lo traes con dineros públicos. Es como si invitaras a Goebbels , el siniestro jefe de publicidad en tiempos de Hitler, a Medellín tan golpeada por la mala fama. No juegues con el doble rostro de Jano igual que hiciste con tus compañeros de fundación del festival: los poetas Ángela García, Sarah Beatriz Posada, Jota Arturo Sánchez, Jairo Guzmán y últimamente al excelso poeta Rafael Patiño y a Lucia Estrada.No olvides que antes de la Revolución había más de cien periódicos y ahora hay solo un diario Granma por el cual vomita sus mentiras cada día ese hibridó impensable hace unos años, la dinastía stalinista de la casa Castro.Espero que no digas que es la derechización de la cultura como alguien dijo hace poco, sino que está en juicio la dignidad de una ciudad, Medellín. Está bien que apoyes a Cuba en Granma pero olvidas de una manera miserable el estado de humillación para los intelectuales libres de la isla.Fernando Rendón tu falta de solidaridad con el mundo libre es persistente. Al invitar a al comisario Fernández Retamar no le quedas mal a Castro y celebras, en baja voz, como te gusta, la Revolución Cubana, que es el desastre social más caro que ha vivido Latinoamérica, y rebajas de una manera humillante a la poesía y a los buenos poetas a que sean cortesanos. Y como director del Festival terminas pareciéndose al comisario Fernández Rematar no a Rimbaud. Mono Rendón no creo que a un Festival de Poesía en Cuba vayan a invitar algún día al Mono Trejos o al Mono Leche.
¡Que viva la poesía libre! Salud

miércoles, 19 de octubre de 2011

CuestionarioTsvietáieva: Luis Thonis responde.


JORNADAS “TSVIETÁIEVA, 2011” EN LA BIBLIOTECA NACIONAL Homenaje a la gran escritora rusa. Del 15 al 17 de Noviembre

En noviembre, los días 15, 16 y 17, en la Biblioteca Nacional, se realizará el encuentro “Tsvietáieva, 2011”, para recordar a la destacada poetisa rusa, que nació en Moscú en 1892 y murió trágicamente en Elabuga, hace 70 años, el 31 de agosto de 1941.
Las jornadas repasarán vida y obra de Tsvietáieva. Considerada una de las más grandes escritoras del siglo XX, la vida de esta gran poeta estuvo íntimamente ligada a la historia de la Europa de su tiempo. Su poética es un gran tesoro de literatura rusa y ha sido traducida al idioma español por la eslavista Selma Ancira.

Respuestas de Luis Thonis al cuestionario Tsvietáieva.



1- ¿Quién es Marina Tsvietáieva?


Luis Thonis-: Hasta hace poco se la confundía con una bailarina del Bolshoi o una tenista tipo María Sharapova. Y en cierto sentido era una bailarina porque sus frases danzan ebrias de vodka, alimentándose de ratas y con lanzamientos tan contundentes e inesperados como los de la tenista rusa.
Marina T sufrió desde joven el terror rojo del leninismo agudizado luego de la masacre de los marineros de Kronstad que la obligó al exilio en 1922 y sobre los que dejó innumerables testimonios escritos sobre un mundo de comisarios culturales y persecuciones de todo tipo. Su hija Irina murió de hambre en el orfanato y la otra fue apresada, su marido fue fusilado en 1941, año en que se suicidó escribiendo ese verso póstumo donde la ceniza será más caliente que la vida. Prohibida en su país y desconocida en el exterior, aprendió que decir la verdad pura y dura puede costar la vida. Dijo que la verdad sólo podía enunciarse en un baile de disfraces. Sobrevivió gracias a su cuaderno. La identidad de Marina está vinculada a la lectura. En Mi Puskin cuenta que de niña se identificó a Tatiana, el personaje de la novela Eugenio Oneguin. Cuando ven la representación teatral de la obra, la madre cree que se trata sólo de Tatiana, pero ella trata de explicarle sin lograr que la entienda, que se ha enamorado de los dos, de ella y de Oneguin, futuro zar de Rusia. Ellos ejemplifican el tema de los amantes rusos: tanto se aman que habrán de vivir separados. Este caso es extremo porque no hay un encuentro seguido de una separación, sino que la separación se da en acto.

¿Cómo es posible que Marina estuviera enamorada de dos que siempre han estado separados? ¿Por qué se identificó con Tatiana, de tendencia a lo dramático y lo melancólico y no con Olga, alegre, vital y divertida? Supongo que amaba lo imposible. Hugo Savino en “Salto de Mata”, ha escrito más una lectura bíblica y de diversos ángulos que un ensayo: partiendo de su cuaderno, cuenta que Marina quería un hombre parecido, o mejor, alguien que fuera Casanova en persona. Esto complica más el tema de la identidad porque Casanova es uno de los personajes más desconocidos de la historia con la contribución de la patética película de Fellini que lo reduce a una marioneta con el que juegan las mujeres como si fuera el pelele de Pierre Louis. Era ante todo un escritor y como personaje mucho más complejo que Oneguin. Marina pescó que el Casanova amante-marioneta fue inventado para censurar al Casanova escritor. Sucede que hay dos o tres historias de Casanova tan extraordinarias que bastaron para inmortalizarlo. Marina es Tatiana escribiendo, recordando que entre todas las mujeres su creador amó a una no mujer, la Nona o la Nana: “Puskhin de todas las mujeres del mundo amó más que nada a su nana, que no era mujer.”
¿Una imagen materna, nutricia y letal? La escritura como la pintura es una violación de la imagen. Ella amaba también al creador de Tatiana, Puskhin, que tuvo una vida aventurera, en medio de juergas y de historias, estuvo preso al ser acusado de participar en el levantamiento liberal de los decembristas de 1825, y después se casó con una de las mujeres más bellas de la época que lo rechazó por primera vez y, a diferencia de Gudonov que mató a su mejor amigo, murió en un simulacro de duelo, un asesinato a manos de un envidioso “porque no sabía escribir poemas” como lo cuenta en “Mi Puskhin”. Advertimos que en esa época se valoraba la poesía. Se la perseguía políticamente o se llegaba a matar por carecer de aptitud para ella.

2- ¿Cómo influyó su obra en los modos de escrituras que le siguieron?

LT-: No creo en las influencias, escribí un trabajo contra las teorías de Bloom. Marina es otro de sus desmentidos. Sería ridículo pensar que sentía inferioridad con “su” Puskhin o se propondría superarlo. Lo suyo tiene que ver con la transmisión de poeta a poeta como sucedió con Maldestam y con inventar a sus precursores sin saberlo. Muchos que la toman como referencia, no serían quienes son de haberla leído de veras: la aluden, elogian y persisten en los mismos clisés y las imposturas que combatió. En un poema sueña, desea dormir con Rilke y abrazarlo, habla con él a la distancia y de manera muy diferente a la Lou Andreas Salomé que entra de cabeza en el delirio nacionalista de Hitler, le reprocha no ser patriota, está fascinada por el fervor del pueblo y los desfiles nazis, y le dice que no sabe lo que se está perdiendo.

3-¿Qué segmento del mundo o el modo de Tsvietáieva te es más afín?
LT-:El espíritu inquebrantable, el amor por la libertad contra toda esperanza como diría la mujer de Maldestam en un libro excepcional. No la libertad que se consigue, evoluciona y se estratifica en servidumbre voluntaria sino la que se conquista a cada instante, en cada sílaba porque abdicar en las palabras es cederlo todo.

martes, 18 de octubre de 2011

Conmigo sí Barone!



Por fin un periodista K -con la experiencia que le da haber trabajado en los medios más dispares y que sería objeto de un proceso de Moscú por parte de sus actuales compañeros de no militar en sus filas- se sincera y lo dice sin vueltas, con un gran poder de síntesis que Jesús Fernández Díaz vincula con el pensamiento Ernesto Laclau. Resume en una frase brutal lo que éste no se atreve a decir del todo en cientos de abúlicas páginas: "El periodismo es inevitablemente de derecha porque la democracia lo es. El periodismo nace para defender la democracia, dentro de los cánones instituidos de la propiedad privada”.

Le faltó proponer que los millones de Cristina fueran estatizados y financiados por el Anses que ya se devoró los fondos de los jubilados. La revolución empieza por casa.

Ahora se va entendiendo la extraña fascinación de los intelectuales y psicoanalistas K por Carl Schmitt, el jurista nazi y antiliberal, autor de El ser y el devenir del Estado fascista- 1929- que liquidó la división de poderes de la República de Weimar y escribió El Fuhrer defiende el derecho en 1934 convirtiéndolo en el Soberano, legitimando los oficios de las SS y demás. Que la democracia sea un “problema” supone tener en bolsillo la solución que es terminar definitivamene con lo que todavía queda de ella. No atribuyo intenciones de gasear opositores pero si detentar el poder total del Estado y un Congreso títere para blanquear los casos de corrupción, desde los gigantescos a los mínimos, al curro que se produce cada cinco minutos, empezando por los cada vez más olvidados fondos de Santa Cruz, el enriquecimiento exponencial de los K, los millonarios sobreprecios de Skanska y los gaseoductos, la droga de Shouthern Winds y el avión de los Juliá, las Aerojaime, la valija de Antonini Wilson, las coimas de De Vido en la Aduana Paralela, las Madres y Shocklender- a quien Oyarbide, imagen de la Justicia K SA se niega a llamar a declarar hasta terminadas las elecciones-, el uso excluyente de la TV oficial, Fútbol para Todos y el manejo arbitrario de las pautas publicitarias. La Justicia K SA que embargó los bienes de la militante de izquierda Vilma Ripoll- que tiene un pequeño depto de un piso- por participar en un corte de ruta, exculpó a D´Elía por tomar una comisaría, acaba de hacerlo con el enriquecimiento del secretario de Cristina y hace la vista gorda con los crímenes, expropiaciones de tierras y agresiones a los tobas, los diaguitas y los wichís.

Es sugestivo el silencio de los indigenistas que se la pasaron atacando a Roca y no dicen una palabra cuando los gobernadores feudales oficialistas les dan malón al revés. Giogia y los viejos amigos K de la Barrick Gold pueden seguir distribuyendo cianuro en San Juan y convirtiéndolo en oro para la Rosada.El “problema” desaparecerá cuando sólo exista un monopolio oficial de todos los medios anunciado ya por Mariotto que ya maneja más de los 150 y acaba de decir- indirecta para Scioli- que “todos los votos son de Cristina”- traducido: no te hagas el vivo, ella es la que paga- que en cuanto a los medios “vamos por todo”. Siempre fue alucinante el fetichismo de la cultura K porque los medios los narren rubios y de ojos celestes y no como los ladrones que son. El colmo lo expresó Florencia Saintout en un debate con Jorge Lanata y Tomás Abraham no ocultando que financiar con fondos públicos Fútbol para Todos es más importante que evitar que los niños mueran de desnutrición en Misiones o el uso de los niños como mulas para propiciar el narcotráfico por el "patriota" Gildo Insfrán. Y sin ponerse coloradas dijeron que los medios públicos están repletos de personajes de la oposición apostando a que nadie mira al servil 6,7,8.La abolición de la propiedad privada era una de las cláusulas del partido nacional socialista que coincide en esto con los comunistas. La propiedad privada está vinculada a las garantías individuales y al habeas corpus. De realizarse esta utopía del Medio único, Cristina necesitará quien le escriba: no sólo nunca se ha visto su título de abogada sino que a diferencia de Fidel Castro, único narrador estrella del Granma por décadas, no ha escrito en línea con su difunto esposo, siquiera una nota, no sabemos si para no opacar a Sarmiento o a Borges.

A Lucio Greco y Juliette Igier les gusta esto.


Lucio Greco durísimoo

Carta abierta de Martha Pelloni al gobernador de Formosa Gildo Insfrán






Con el paso del tiempo el menemismo será considerado más ético y republicano, de mayor “calidad institucional” que sus sucesores kirchneristas que formaron parte del anterior elenco. A eso se ha llegado. Es que el kirchnerismo lo supera ampliamente en robo, cinismo y sofisticación como lo dejó ver Florencia Saintout que dijo que Fútbol para todos- es decir , Julio Grondona- es más importante que los niños que mueren de desnutrición en Misiones y otras provincias como El impenetrable en el Chaco donde abunda la muerte lenta. Si un día la pesadilla termina se dirá “fui menemista pero nunca K” como no hace mucho “nunca fui menemista sino peronista” referido a quien nadie nunca votó y arrasaba con el 50%. Tomo como prueba la carta de la monja Martha Pelloni a Gildo Insfrán sobre el uso de éste de los niños como mulas para el narcotráfico entre otras graves imputaciones- comercio sexual de niños y el tráfico de órganos- no ha causado escándalo siquiera en la atolondrada oposición. Insfrán no sólo se negó a investigar sino que puso obstáculos para que la cosa continúe. Tampoco deja en paz a antropólogas que quieren enterarse de la situación de la comunidad Qom. Los medios K, con una tendencia cada vezm ás monopólica, esta vez no aplicaron su método de matar al mensajero antes de indagar si lo que dice es cierto. Ni siquiera fue necesario pese a lo la situación que denuncia Pelloni es inhumana y plena de aberraciones.


Se puede ser justo si no se es humano, escribió Lautréamont.


La cultura K ha logrado naturalizar los hechos más siniestros con la consigna de siga el Circo mientras la economía de la caja y la soja lo permitan. La monja Pelloni encabezó las marchas del silencio por el crimen de María Soledad en 1990, uno de los más aberrantes de la historia y luchó sola contra el feudalismo de los Saddi, logrando que Menem interviniese la provincia, Guillermo Luque fuera enjuiciado y su padre Angel echado del Congreso al afirmar que podría desaparecer a quien quisiera. Se consideró al final del juicio que se había terminado el feudalismo mafioso en Catamarca.


Hasta David Viñas, un escritor poco interesado en temas jurídicos, siguió el caso y celebró en una nota del diario Clarín la sentencia como un punto de inflexión. Pero los Saadi, nepotistas, volvieron este año a través de la gobernadora electa Lucía Corpacci representando al kirchnerismo y ni bien asumió dio su puntada inicial a la rescritura de la historia: declaró en marzo de 2011que el caso María Soledad “mediáticamente se manejó de una manera que los que vivimos en Catamarca sabemos que no fue como la mostraron los medios".


En resumen: fue puro invento. Y Saddi, entonces menemista y hoy ferviente hombre de los K, al votar la Ley de Medios Audiovisuales deslizó que de haber existido ésta no habría habido escándalo-las marchas del Silencio- sido intervenida “su” provincia. Tiene razón: cuando todos lo medios sean Uno, los Saddi y los Insfrán aparecerán como grandes benefactores. Ningún amante de los derechos humanos le reprochó una coma. Nadie les toca el trasero porque hay negocios de por medio. Se dicen de izquierda y quieren embargarle un pequeño departamento a Vilma Ripoll porque participó de un corte. Ahora se deja a los amigos convertir a los niños en mulas y no pasa nada.

Estamos en manos de gente que pretexta diferencias "ideológicas" cuando se trata de una misma Mafia. La izquierda nacional y popular con métodos fascistas cumple tareas de encubrimiento. Es la apoteosis de la servidumbre voluntaria.


Este silencio sobre lo que denuncia Pelloni es un vaticinio si se tiene en cuenta que no sólo no se hace la vista gorda con las arbitrariedades que antes causaban escándalo sino que hay idolatría de La Cámpora con Insfrán-olé, olé, Gildo, Gildo, cantan en un acto partidario- gravemente implicado además en el robo de tierras y asesinato de tobas- a quien nadie la toca el trasero en la Rosada, hay negocios de por medio.


Para Cristina Kirchner es un “patriota” que cumple su deber como Guillermo Moreno, lo que significa licencia para una impunidad que anuncia una Argentina más violenta y grotesca que tendrá celebridades como Menem y Saddi como senadores K. No haber condenado la agresión a Jorge Macri es dar licencia para una Argentina violenta. Uno hubiera dicho lo mismo si el agredido habría sido Sergio Szpolky, capo de medios K, a quien Luis D´Elia, empleado de Irán, atacó con furia antisemita.

El acomodaticio Amado Boudou repudia cualquier crítica atribuyéndola a los “profetas del odio”, con los mismos términos de la dictadura. Lo que hicieron con los Qom puede extenderse a toda la población cuando ésta esté jurídicamente indefensa como sucede en Venezuela.


Y bien: que cientos de excrementos de todos los buitres del mundo con aerolitos de un cielo piadoso caigan sobre todos ellos y los haga revolcarse en la lava del infierno, imagino que escribiría el yorugua conde de Lautréamont en uno de sus cantos.










Al Sr. Gobernador de Formosa Gildo Insfrán: Como coordinadora de la Red Infancia Robada, visitando Formosa el 29, 30 y 31 de marzo en la ciudad de Clorinda con motivo de realizar una capacitación de trata, tráfico, explotación sexual de niños/as, adolescentes y droga pude conocer la realidad que manifesté en los medios de comunicación locales y que posteriormente Ud. Sr. Gobernador no solamente la negó sino que desautorizó nuestra presencia en los mismos medios con agravios e insultos.Ante esta circunstancia comunico y hago partícipe de la denuncia pública a los miembros de la Asamblea permanente de DD.HH con quienes comparto desde una acción ejecutiva toda defensa de situaciones donde los Derechos Humanos son atropellados.Por eso Sr. Gobernador quiero dejar plasmado una vez más lo que vi la tarde del 29 de marzo en Clorinda paseando por el puente internacional (La “Pasarela”).



La Gendarmería de ambos países estaban sentados tomando mate y ni siquiera pedían documentos. La oficina de Migraciones estaba cerrada. La gente cubría de un lado al otro varias calles, incluyendo el puente con puestos de celulares, todo tipo de electrónica, ropa, comestibles, calzado.Los que nos acompañaban nos mostraron las puertas de los localcitos donde guardan la mercadería con una habitación para la prostitución de menores, que funciona allí mismo donde compran sexo los mismos mercaderes y pagan con un celular, zapatos, ropa etc.Al costado del puente del lado de Paraguay, una gran clínica privada de un tal Martínez. No dudaron en decirnos del tráfico de órganos. Me hacía acordar a la frontera de Juárez en México. Un gran cartel de pared a pared decía “Dentista” pensé que con un somnífero podían pasar al paciente para el otro lado.Particularmente me impresionó la cantidad de niños esclavos laborales porque no tenían más de 15 años. Niños mulas porque lo que llevan en el cuerpo por ley no se revisa. Llevaban grandes bolsas y cajas de mercadería en la espalda, cabeza y brazos. Dentro de 10 años no tienen riñones ni columna vertebral sana.La droga va y viene, los mismos chicos y taxistas te muestran quiénes son los que venden y mandan pasar de un lado a otro.Todo esto que le digo no sólo lo comenté durante la capacitación, sino que estaban todos los medios de comunicación presentes y más tarde volví a darles notas porque les interesaba; ya que la gente tiene miedo de hablar.Los amenazan y les quitan el trabajo. No obstante hablaron de las sendas clandestinas de todo tipo de tráfico y nos mostraron algunas.Cuando regresábamos, la oficina de Migraciones tenía la puerta abierta y vimos cajas con ropa en el piso todo revuelto y un hombre que al vernos nos cerró la puerta en la cara.Al día siguiente como todo fue dicho en los medios, la gente que fue a verificar lo comentado, vieron la oficina abierta con la atención de un hombre de uniforme y sin las cajas de ropa en el piso.Todo esto para que comparemos los grandes diálogos de nuestros políticos y sus discursos con las verdaderas decisiones que muestran la realidad que le describo.Su personal de inteligencia que tenía presente en la sala de capacitación se extendía hacia fuera de la sala porque contábamos con la presencia de gente de los pueblos originarios y el sacerdote Francisco Nazar que fue seguido hasta el hotel donde tuvo que encarar con su custodio a quienes lo perseguían.Ud. es conocedor de la denuncia y del pedido de Habeas Corpus que con posterioridad tuvo que hacer Francisco Nazar. Su gobierno tiene instalada la corrupción institucional que destruye todo intento de democratización y saneamiento de la convivencia ciudadana. Con tantos años de gobierno ha matado la libertad de los formoseños con las armas más siniestras y cobardes de esgrimir: la mentira y la amenaza.Martha Pelloni. DNI 4.091.820 - Goya. Ctes. Abril de 2011Fuente: http://www.diarionala.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1976%3Acarta-abierta-de-martha-pelloni-al-gobernador-de-formosa-gildo-insfran&catid=4%3Asociedad&Itemid=6

martes, 4 de octubre de 2011

Pier Paolo Pasolini: una provocadora independencia



Publiqué este artículo sobre Pasolini en los noventa en pleno auge del posmodernismo. Pasolini fue fundamentalmente un artista- “maestro de todas las artes”- pero en breves notas intervino activamente en la política de su país. Era católico, comunista y homosexual, algo que resulta incomprensible como las conexiones entre la Biblia y Sade que encontramos en su obra pero que precisamente responden y hacen a su singularidad.
Vivió dramáticamente esas tensiones y podría decirse que su joven asesino, uno de esos ragazzi que celebraba en sus poemas cumplió un mandato de toda la Sociedad para quien no se llevó bien con la Iglesia, el Partido, la democracia cristiana, los jóvenes del 68- hicieron, dijo en un poema, lo que se esperaba de ellos- y estuvo entre los primeros en reconocer los efectos del informe Kruschev sobre los crímenes de Stalin a partir del cual los más de veinte millones de muertos del Gulag comenzaron a ser visibles junto a la insurrección húngara de 1956- la única revolución obrera del siglo veinte fue a favor de la democracia- y la primavera de Praga de 1962. El límite de Pasolini fue apuntar a los criminales de masa- Stalin, Mao- pero no advertir que eso obedece al carácter sistémico que tiene el comunismo.
También leyó como fascista a Fidel Castro y vio encarnado el despotismo pequeño burgués en el Che Guevara al que considera “drogado por la revolución” que seguía citando a Stalin luego del informe de 1956…ahora Guevara se convirtió en un mito y Pasolini en un clásico disputado por los pensamientos más dispares. No pretendo para nada ser su Intérprete. Digo solamente que es la antípoda de un Gianni Vattimo que abandonó el posmodernismo para inventar el cambalache del catocomunismo, la bolilla que le faltaba a la impostura filosófica, la unión de la Cruz con la Hoz y el Martillo, como modo de volver a absolver al comunismo de sus crímenes y pasar de el no sujeto del posmodernismo a postularlo como zombi terminal con toda una línea de pensadores- Agamben, Badiou, Zizec, de los que me ocupo en otra parte- y marionetas que sólo son tomadas en serio en un país como Argentina recurren ciertos tópicos siniestros del siglo veinte como un ideal a conseguir y que exigen un trabajo de alteridad De alteridad: hay que situarse en exterioridad al discurso del mito al precio de ser tomado por loco o fascista.
La palabra “fascismo” insiste en su textos y tiene una inscripción muy precisa, responde al “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado” de Benito Mussolini cuya incidencia en la ideología argentina- que comparte el noventa por ciento de nuestra población hasta vivirlo como religión- es evidente.
Así Hugo Moyano, denunciado por Hebe Bonafini como partícipe de las tres A puede coexistir con ella en un mismo proyecto, o la Argentina en vez de llevar a Irán a los tribunales hace una sociedad comercial con el lapidador Ahmanidejad- un insulto si los hay a las víctimas argentinas de la Amia- que- ayudado por la desinformación de un país donde la prensa está controlada y perseguida- tiene la desfachatez de hablar de los derechos humanos convertidos en autoservice.



En 1980 se editó en Italia el libro Il Caos que reúne las notas que Pier Paolo Pasolini editó en el diario "Tempo". En 1968 le ofrecieron la columna, donde habían escrito Curzio Malaparte y Salvatore Quasimodo, entre otros.
Este diario, que podría considerarse de centro, para algunos supone un cambio en sus concepciones –o decepciones- ideológicas. Según su estilo, la redacción del diario acepta cartas de lectores y Pasolini se expone a la polémica directa.
De entrada un lector le reprochará haberse pasado de "Vie Nuove" –semanario del Partido Comunista – a "Tempo", y no hay mejor ejemplo para eso que sus recientes críticas al estalinismo a propósito de la invasión soviética a Checoslovaquia y la consecutiva masacre por el reclamo democrático en la cual Ian Palach se inmoló para llamar la atención mundial. Estos sucesos tienen su analogía con lo ocurrido anteriormente en Hungría y Polonia, suscitados por la gran crisis política e ideológica que comienza en 1956, con el informe Kruschev en el XX Congreso del Partido Comunista. Al reconocerse los crímenes de Stalin se plantea una renovación resistida, en su mayor parte, por el mundo comunista.
Por eso Pasolini no vacila en leer como de corte netamente fascista las consignas de Fidel Castro –"actuar antes que pensar"- que exaltan la invasión, o mostrar sus reservas ante el militarismo que traslada las guerras coloniales de "liberación" –caso Vietnam, que no fue sino la expansión comunista del Norte hacia el Sur, siguiendo el libreto de Corea del Norte- a toda Latinoamérica, de modo particularmente suicida y fuera de contexto.
Para Pasolini las palabras cuentan y se atiene a éstas más que a supuestas intenciones de sus interlocutores, sean el Presidente, Alberto Moravia, o una ama de casa que le hace sugerentes observaciones sobre su film Teorema.
Un término que reitera en sus notas es "terrorismo". No se le revela tan sólo en esa policía demasiado presta a desenfundar su arma al menor tumulto –a diferencia de los países más civilizados, donde ha sido una conquista civil limitar los abusos del gatillo fácil-, sino también en los enunciados de los "fascistas rojos" –textual-, que profesan la misma idolatría del Héroe que los líricos de Mussolini. Es evidente que no lo aplica a quien usa medios violentos para luchar contra una dictadura sino para el terror ejercido desde el Estado o minorías iluminadas, indiferentes a la muerte de civiles.
Su carta –respuesta- a un joven fascista, un "hijo del pueblo", muestra hasta qué punto puede llevar su generosidad hacia su "otro" más antípoda.
No hay que concluir que Pasolini haya dado con la justa, correcta ideología y se encamine inevitablemente al purgatorio de la socialdemocracia, aunque esté lejos de tachar de reaccionarias sus propuestas de mejora del salario laboral, desechadas por el sectarismo de izquierda que las considera un modo de corromper obreros.
Lo insoportable de Pasolini es que está –como afirmó María-Antonieta Macciocchi, ex directora de "Vie Nuove"- no sólo contra los poderes actuales, concretos, sino también contra "aquellos que, en oposición al poder, representan el futuro poder".
Un intelectual nunca puede ser oficialista sin negarse como tal y convertirse en propagandista como fue el caso- trágico- de Maiakosky o el oportunista de muchos otros. Respecto de lo actual, son efectivos sus demoledores epítetos contra el "burgués" que fustigan la vulgaridad de sus gustos y su vampirismo que no descansa hasta volver al otro un igual de sí mismo y que culmina en la xenofobia.
En cambio, pienso que Pasolini yerra al cuestionar la complejidad de las estructuras neocapitalistas desde una cultura campesina –sólo posible de preservar como lo ha hecho Béla Bartok en sus estudios sobre las voces de la música popular. O es discutible cuando tiende a instituir la caridad –algo individual o parroquial- en categoría política: es demasiado humilde para ser pública y en esa escena no tarda en volverse demagogia.
Más de una vez, en su poesía, Pasolini invocará a Jesús: "Se piove un fuoco scuro del mío petto / Cristo mi chiama / MA SENSA LUCE" (Poesía a Casarsa, 1941-1943).
Lo propio de Pasolini es situarse en el pasaje de la carne mortificada por el pecado –"E pieno di pecatti il mio cuore solo"- al júbilo erótico que despiertan en él los ragazzi, a quienes celebra como ángeles.
Uno puede preguntarse si el reino de Pasolini era de este mundo cuando en el campo de las ideas afirma que por su ausencia de caridad el comunismo derivó en fascismo de izquierda. O cuando cree poder ser "entendido" por el Papa, a quien recuerda la epístola de San Pablo a los Corintios: si la Iglesia deja de lado la caridad, se queda nada más que con la fe y la esperanza, y coincide con los poderes de turno.
Pienso que lo suyo se afirma cuando se apoya en la complejidad de lo que considera "su cultura": los trágicos griegos, Dante, Rimbaud, Pound, Marx, Sade, el Nuevo Testamento y el dialecto friulano natal, en que escribió sus primeros libros, luego traducidos por él al italiano. Palpita en ellos una trama alegórica de reminiscencias medievales: la trinidad de Durero-Ritter, Tod und Teufel, se bifurca en ritmos donde habrá que oír al diablo en la madre, hallar al niño en el toro.
Sin embargo, no hace apología del dialecto en el que explora más las voces de su infancia que las raíces de una lengua. Ya en "Vie Nuove" había escrito: "He preferido el friulano y ahora prefiero el romano, mañana preferiré el napolitano, o el ítalo-francés de los mineros italianos en Bélgica. No soy localista, ni rindo culto al dialecto". Las voces dialectales son parte de una transformación –trashumanar, decía Dante- de su poesía que acredita en estos términos: "En relación con la poesía del Novecento, mi poesía es sin dudas distinta: sustituye lo analógico por lo lógico, el problema por la gracia".
En sus notas no escatima elogios para la autora de Menzogna e Sortilegio, la novelista Elsa Morante, ni admiración por los poetas Quasimodo y Montale, preguntándose con un dejo de asombro cómo la burguesía pudo llegar a aceptarlos.
El poder futuro al que se refieren sus notas palpita en la ebullición de los jóvenes contemporáneos del mayo francés.
No los adula porque cuente con su consenso como nuevo público.
Nota su influencia en un "anémico mundo literario", ironizando sobre la mediocridad de premios que resultan efectos ostensibles de la "presión estudiantil, confabulada con una suerte de fascismo de izquierda que ha ejercido una fuerte presión social y de conciencia sobre las élites italianas, atomizándolas y sumiéndolas en el caos".
Por contraste, en un diálogo con el Presidente de Italia objeta un estatuto censor para el cine y aprovecha de paso para preguntarle por qué la policía reprime tan virulentamente a los estudiantes.
Pasolini se enfrenta a un abundante qualunquismo –así llama a la cultura que se desprende de las "familias", mafias que van desde el Estado a diversos sectores sociales-, y ante el otro corporativismo, el subyacente en los intelectuales orgánicos, va agudizando su "provocadora independencia", de la cual no se regocija: es su única posibilidad –comprueba más de una vez- de combatir en ese "caos".
Como réplica a la encarnizada censura a Teorema en Italia –que en el exterior, en Londres, París, alcanza repercusión-, vincula en "Tempo" pornografía y pobreza. Ambas, argumenta, son parte de una sociedad infracultural y subhumana.
Aunque la pornografía le resulte "aburrida y horrible", no por eso se hará cómplice de una censura que no sólo niega la realidad –para esta censura mostrar la pobreza escandaliza tanto como exhibir ciertos traseros-, sino que se ha revelado olímpicamente obtusa al extremo de considerar a Teorema obra pornográfica. La censura logra su objetivo, no cuando prohibe una obra sino cuando se discute acerca de ésta con los mismo argumentos de los censores.
En sus notas hay cartas: escritas por él o por él recibidas.
En una carta a su admirada Silvana Magnano, habla de los dos rostros de Dionisos que le permiten dar cuenta de la trama suicida que constituye el tejido social. ¿Por qué ha ido a Tebas a llevar amor y en su lugar genera el desconcierto y la carnicería? Escribe: "Tanto en su aspecto 'benigno' como en su aspecto 'malvado' la sociedad, basada en la razón y el buen sentido –que son lo opuesto a Dionisos, es decir, a la irracionalidad-, no puede abarcarlo. Pero es su misma incomprensión de esa irracionalidad la que lleva irracionalmente a la ruina (a la más horrenda carnicería jamás descripta en una obra de arte). Son los IM, por citar a Elsa Morante, los Infelices Más, o sea la mayoría, o el término medio, basado en la racionalidad y el buen sentido, los que no comprenden la gracia de Dionisos, su libertad, y por ello acaban atrozmente en la matanza: de la que, con todo, la irracionalidad es protectora".
Esos dos rostros que no pueden abarcarse –ese "exceso", en palabras de Georges Bataille- no son ajenos a la gratuita necesidad del arte sin el cual "la razón y el buen sentido terminan siempre en la matanza"- ¿Por qué –cabe preguntarse- la muerte y el aburrimiento abundan por doquier en tanto el erotismo está ausente?
En una carta a Sergio Latorraca -noviembre de 1969- Pasolini diferencia el sentido común del buen sentido: "El 'sentido común' es un hecho objetivo que se podría extraer de estadísticas bien hechas. Es un término medio de las ideas que se tienen sobre la realidad, una 'concepción del mundo' que rige un determinado momento en una sociedad concreta. El 'buen sentido', por el contrario, es únicamente una abstracción, en modo alguno aprehensible por las estadísticas y la razón: en consecuencia, siempre es peligroso y terrorista. Se trata, en pocas palabras, del qualunquismo que se eleva a concepción del mundo y se erige en garantía de la sencillez del hombre".
Pasolini le objeta a Latorraca mezclar ambas locuciones y le recuerda el pasaje de Kant contra el "buen sentido": "Si tú haces hincapié en el 'sentido común', entonces está claro que las personas dotadas de éste, es decir, la mayoría, no tienen necesariamente una mentalidad fascista. Un inglés con 'sentido común' no es un fascista: o es laborista o es conservador, y hasta podría pertenecer incluso a la New Left. Por el contrario, si acentúas el significado de 'buen sentido', entonces he de decir que las personas dotadas de éste, especialmente si se contentan con él o se jactan del mismo, son potencialmente fascistas. Son potencialmente fascistas porque son qualunquistas y se erigen como el ideal humano del hombre medio, que es una abstracción peligrosa y terrorista".
Añade para rematar: "Podría decirse que es en el turbio (o miserable, si quieres) ambiente de los hombres medios que maduran las guerras, las violaciones de los derechos humanos y todo tipo de represión, del calibre que sea".
Cabe detenerse en la resonancia de esta reflexión, porque, como traída por un viento húmedo, va a ejemplificarse en un anónimo, enviado por un autodenominado Hombre Medio –así firma, asumiéndose como tal, terciando en la polémica con Latorraca- que constituye una página antológica del qualunquismo exacerbado: "Usted, distinguido señor Pasolini, es esencialmente un personaje turbio y miserable, y es gracias a individuos como usted, en un sentido general, lógicamente, como 'maduran' los 'delitos y crímenes' a que las más recientes crónicas de sucesos nos han acostumbrado".
Mejor que cualquier otra lectura, ese anónimo que Pasolini tiene el valor de hacer publicar, permite cifrar su asesinato, cuando lo vincula con la inmundicia, los bajos fondos, las prostitutas, como si todo eso, luego de Baudelaire, fuera criminal.
Palpita en las palabras del Hombre Medio el veredicto implícito que hizo escribir a María-Antonieta Macciocchi –recordando a las bandas fascistas que lo persiguieron en Nápoles al grito de ¡muera Pasolini!, al representarse "Medea"- que su joven asesino, azares aparte, cumplía con su acto una sentencia dictada por la sociedad desde sus sectores más diversos.
En un poema Pasolini parece haberlo sospechado: "Observo mi propia masacre / con el coraje sereno de un sabio."
Basta leer en esa época lo que el Partido y Togliatti declaraban sobre los "intelectuales degenerados" en un prontuario donde las obras de Henry Miller, André Gide, Jean-Paul Sartre son calificadas, en su odio al estilo, de aberrantes en lo sexual y pesimistas en lo social.
El mismo Sartre, luego, interviene: denunciará que el juicio por su asesinato se transforma en un proceso más contra la víctima.
¿Por qué se mata, así, a un homosexual?
El caso Pasolini pone de manifiesto lo insostenible de las pautas analizadas por el jesuita Mac Neil en su libro The Church and the Homosexual: cada vez que en Estados Unidos una autoridad política o religiosa habla irresponsablemente contra ellos, una psicosis justiciera aflora en cuantiosos crímenes rituales.
No hay que poner el acento en el aspecto supuestamente transgresivo de la homosexualidad que es la fantasía mejor repartida del mundo y puede limitarse a la existencia más convencional. Pasolini no es gay ni feminista ni se esmera en un "devenir mujer". Nótese la irradiación de Emilia (Teorema) o de Stella (Accattone).
Hay que partir del juego mismo del componente homosexual que Freud situó en la base de toda formación social y que deriva en un pedido de linchamiento –palabra que insiste en Pasolini-, cuando alguien lo escinde por el rasgo de un deseo singular, "el sueño de otra cosa", que encuentra un estilo múltiple en este maestro de escuela que enseñaba griego a los campesinos y fue novelista, director de cine, poeta, y ejerció el periodismo a medida de sus otros talentos: las notas de "Tempo" son un ejemplo que continuarán sus escritos recopilados en los Scritti Corsari y sus póstumas Lettere Luterane.
Las notas proliferan en interrogantes. La trama intrahistórica de sus puntualizaciones confrontan el "universo horrendo" que le depara la visión en avance inusitado de la tecnología y una respuesta juvenil que no pocas veces caracteriza como "fascismo de izquierda".
Sus planteos son tan inconsumibles como su poesía, menos vinculada al poder, dice, que el cine. Se resiste a asimilar la poesía a una mercancía. Es valorada con los ojos del burgués: "Es hora de decirlo: este parangonar la obra con un producto y sus destinatarios con consumidores puede ser una metáfora divertida e ingeniosa. Pero nada más opuesto a la verdad. Antes bien, quien se atreve a decir una cosa semejante en serio no es sino un imbécil. La poesía no se produce en "serie"; no es, en consecuencia, un producto. Y un lector de poesía puede leer hasta un millón de veces un poema: jamás se consumirá".
Pero tampoco es un valor metahistórico, fuera de la historia: "Es en todo caso, hiperhistórica porque su carga de ambigüedad no se agota en ningún momento histórico concreto".
Se hallan en él párrafos de un lúcido pesimismo, desesperado pero despierto, que cito y subrayo de El Caos. Contra el terror –edición de Grijalbo, 1981- en la versión de Antonio Prometeo Moya: "Por eso pienso que la desesperación es hoy la única reacción posible ante la injusticia y la vulgaridad del mundo, aunque sólo si es individual y no está codificada. La codificación de la desesperación en formas de oposición puramente negativa es una de las grandes amenazas del futuro inmediato. No puede evitarse que de ella surjan extremismos que, llegando a la diabólica coincidencia de irracionalismo y pragmatismo, acaben por convertirse en nuevas formas de fascismo: tal vez el fascismo de izquierda..."
Polemiza con el movimiento estudiantil, que en sus proclamas en favor de los negros, suscribe a un epígrafe del líder del poder negro, Stokely Carmichael: "No nos interesan los intelectuales por lo que hacen, sino por lo que hacen por nosotros". Comienza por recordar que el intelectual es también un marginado: "El 'negro' Carmichael se encuentra tan sumido en su 'alteridad' de negro que todo lo que es blanco le parece feliz".
Palpita un racismo al revés y un paternalismo invertido: el epígrafe de Carmichael tiende a "considerar a los intelectuales en tanto padres que pueden hacer lo que sea por él".
Les recomienda leer Sodome et Gomorre de Marcel Proust: traza paralelos entre el judío y el homosexual, y el intelectual y el negro. Luego de recordar cómo un negro con su sola presencia "molesta" en un barrio de anglosajones puros, concluye: "Pues bien: la obra de un autor es como la faz de un negro. Es revolucionaria con su sola presencia, con su solo 'existir'".
Desarma la idea de que esto ocurra al nivel de la superestructura. Como intelectual nunca se propondrá como miembro de una nueva clase dirigente ni se autoproclamará revolucionario: "He comprendido de repente lo que es en la actualidad el Movimiento Estudiantil. Es un movimiento político cuya ascesis consiste en la acción. Es algo más y diferente del pragmatismo a veces chantajista bajo cuya bandera comenzara: pero era un hecho sencillo, no exento, en los peores casos (el fanatismo del Che Guevara) de vieja retórica pequeñoburguesa: "En la actualidad, por primera vez en la historia, que yo sepa, la Fe nace de la Acción: mientras que desde los tiempos bíblicos, pasando por San Pablo, hasta nuestros días, la Acción no era sino otra cara de la Fe".
En la nota Seriedad y Sectorialismo –diciembre de 1969- analiza el artículo de Berlinguer Coherencia del Partido en referencia al estatuto del Partido que prohibe las fracciones. Berlinguer escribe: "Jamás dudaremos de haber aplicado, con la coherencia más rigurosa, principios y reglas de conducta enunciados siempre con la máxima claridad".
Pasolini señala la impronta estalinista: lo de la "coherencia más rigurosa" le pone los pelos de punta porque le parece algo destinado más a monjes fanáticos que a sujetos; lo mismo le ocurre con la expresión "máxima claridad", porque recuerda, se posee claridad cuando también hay oscuridad y sólo se tiene rigor y coherencia donde hay fracturas y contradicciones. También discute la noción de seriedad, sus connotaciones reactivas: "¡La seriedad! ¡Dios mío, la seriedad! Pero la seriedad es la cualidad de los que no tienen ninguna otra: es uno de los cánones del comportamiento, más aun, el primer canon de la pequeña burguesía. ¿Cómo se puede alardear de la propia seriedad? ¡Hace falta ser serio, pero no decirlo, y ni siquiera parecerlo! O se es o no se es serio, pero cuando la seriedad se enuncia se convierte en chantaje y terrorismo. ¿Acaso el PCI es una empresa milanesa? En otras palabras: ¡Abajo los hombres serios!"
También socava la idea supuestamente ética de la conciencia normal: "La conciencia normal no aceptó, al principio, las atrocidades nazis y luego prefirió olvidarlas. La realpolitik precisa esa inadaptabilidad de la conciencia normal".
Para Pasolini, como para Benjamin, la excepcionalidad es permanente: las atrocidades son la norma recurrente y sólo a la "conciencia normal le parecen siempre excepcionales e increíbles".
La lucha de clases –en la cultura- se ha vuelto la lucha por los lugares: ahí están las imposturas de las vanguardias, las fatuidades que no dejan obra de peso y sí muchas actitudes programáticas. La lucha de clases- concepto anterior a Marx que le dio una solución final a través de la clase elegida- supone una concepción estratificada de las mismas. La lucha por los lugares se resuelve en el espectáculo- acción, la exhibición de todos contra todos que reintroduce la libido nihilista. La clase obrera, por otra parte, ha ido perdiendo su identidad: esto lo vislumbra en el uso mismo de las vestimentas en los Escritos Corsarios.
La lucha prosigue en la historia en formas esporádicas –como ese triunfo por la conquista del salario- combinada con "fanatismos, neurosis, extremismos chantajistas, heterodoxias, ortodoxias de una parte de la izquierda burguesa; y, con mayor naturalidad, la vieja y demente ignorancia de la derecha. Esto no quita que la lucha de estos días, culminada por una extraordinaria victoria sindical, no sea sacrosanta".
En sus notas Pasolini nunca dejará de señalar cómo el fascismo y el stalinismo –junto a ese fondo viejo y demente de la derecha- se traducen en cambiantes máscaras pero tienen en común como herederos del período jacobino de la Revolución Francesa introducir las pasiones en el mundo de la política. Esto es letal. Insistirán en tanto constantes de un siglo de diabólicas coincidencias.
En los enunciados rectores de una mitología progresista fue leyendo –anticipadamente- las consecuencias apolíticas de una trama en germen en esa época, que se resolvía en el llamamiento a que los cuerpos hicieran cuerpo: la carnicería fue la resultante de ese modo de hacer política, previa confusión de la misma con la acción pura.
Lector de Freud de primera mano, Pasolini poco tiene que ver con las multiplicidades vagas, nómadas de tan bien establecidas, cómodamente circunscriptas a las autoridades de una filosofía universitaria a la francesa. Ahí por cierto, se puede citar sin riesgo a Foucault o a Deleuze: tienen la función de exorcizar los libros de autores peligrosos. Sucede que en la cátedra del deseo el cartesianismo sobredetermina, el estilo se ausenta, la enunciación se diluye, el cuchicheo y la sordera crecen, la literatura se vuelve innecesaria y la gente al "pensar" –calcular- termina optando por derecha.
En sucesivas cartas de ida y vuelta, Pasolini polemiza con su amigo, el novelista Alberto Moravia, haciendo un uso lúcido de las teorías semiológicas. La discusión gira en torno a El Satiricón de Federico Fellini. Moravia asegura, realista, que en el "cine miramos y escuchamos la realidad", que la palabra no cuenta casi nada, a lo sumo completa la imagen. Se pronuncia en contra del doblaje.
Pasolini cuenta cómo un grupo de salvajes, que no pueden entender las imágenes más simples por su desconocimiento del código cinematográfico, se aterran ante la aparición de una locomotora que apunta hacia ellos desde la pantalla porque "identifican cine y realidad a un mismo sistema".
Sitúa la realidad de la palabra en lo audiovisual: "No, querido Alberto, vayamos juntos a una sesión de doblaje y verás que la palabra no sólo completa la imagen sino que ha hace 'formalmente' distinta".
Curiosamente quien tuvo que pasar gran parte de su tiempo ante los tribunales por introducir una instancia poética en el cine tiene que defender la especificidad de su arte, la inseparabilidad de la forma respecto del contenido, por lo cual más de una vez fuera ciegamente censurado.
Sin simular una "ciencia", atento a las teorías innovadoras, desde una posición irreductible de escritor, Pasolini descubre por la palabra que los fascismos también son múltiples. Que se ritman en plural, que las "coincidencias diabólicas" suman y siguen. Su caso lo prueba: el acuerdo fue unánime.
Nunca se le disculpó que no se dejara controlar por esa clase de críticos que, certificado de defunción en mano, esperando su abdicación o calma decadente, querían transformarlo en un clásico: los críticos no le perdonaron que fuera demasiado crítico y los otros que amara demasiado a los clásicos. Y que quisiera seguir pensando y escribiendo en su pasión de fuga.
Menos se le perdonó que utilizara su éxito en el cine para acentuar la revuelta, la continua puesta en crisis de una cultura específica a diestra y a siniestra, a vez de someterse dócilmente y dejarse traducir a la esfinge afantasmada que dicta el Espectáculo.
Sugestionados por sus propios estereotipos, aplastados en su idolatría a las presentables devociones que exigen, sus ex compañeros de ruta y afines, embutidos en la tranquilizante sospecha de que en el fondo era de "derecha", o que le hacía el juego, escandalizados por su osadía sexual, hijos de un buen sentido que hace crecer una costra blanca en la lengua, tuvieron posiciones que en los hechos no distaron mucho de las del Hombre Medio; del anónimo autor de esa misiva que, sumada a sus réplicas, confluyen en el vaticinio de una muerte anunciada.
Quienes en la sociedad de entonces eran garantía de Palabra ya se habían pronunciado –cada uno a su tiempo- contra alguien cuya "locura" fue no subordinar la ética a un voluntarismo político que deriva invariablemente en fascismo: tal la enseñanza nítida que para mí se desprende de estas notas.
Como pocos, Pasolini vislumbró que el fascismo, más allá de su momento histórico y del progresismo que lo conjuraba, tenía mucho porvenir por su base racista, anticonstitucionalista y su política de masas. El fascista es el hombre exaltado porque hay tantos que "piensan lo mismo": que el padre no esté vivo y falte una comunidad a su medida. Un ejemplo lo ofrece esta frase de Maurice Barrès: "Lo moral –escribe- es no querer uno liberarse de su raza." ¿Cuál?
De ahí surge una voluntad de curar mediante una lengua única de odio que en Pasolini contrasta con su versión del Evangelio: "He podido hacer el Evangelio tal como lo he hecho porque me siento libre, y no temo escandalizar a nadie; y, por último, porque siento que la palabra de amor (incapacidad de concebir psicológicamente discriminaciones maniqueas, instinto de ir siempre más allá de las costumbres, retando toda contradicción), palabra de amor de la que ha sido un paladín Juan XXIII, debe ser considerada como un compromiso de nuestra lucha".
Esta cita está tomada de la biografía de Nico Naldini sobre el autor. Pasolini tenía sensibilidad católica que le abría una ventana hacia lo posthumano- Cristo es dios y hombre-, el único modo de salir de lo nihilismos. A veces se acercaba a las iglesias porque "allí donde se habla de Dios, aunque sea para expresar la incredulidad, no se halla la burguesía".
Algo que para él era más un acto poético que un reflejo de clase.
Sería ridículo a lo largo de estas notas querer ponerse de acuerdo con el autor tanto en lo estético cuanto en lo político: no hay nada que no sea polémico en ellas, como esta misma y siempre redefinida relación. Pero se infiere desde Pasolini una política que acepte los desatinos de la literatura y su efecto singular de verdad que no puede ser vagamente para todos, y que dejando de lado las formas miméticas de la toma del poder, reinvente una oposición que no sea meramente negativa o qualunque, para extender la zona de los derechos y las libertades, en vez de querer anular las que ya hay, mediante el sueño de un Estado concentracionario, o algún oscurantismo complaciente que, ahistórico y mudo, se confunde con la noche misma.
Un antiguo debate entre eros y ethos se renueva en sus obras: esa luz desoladoramente calcinada que, según Contini, abunda en Accatone y Mamma Roma está destinada a unos jóvenes para quienes las sociedades no tienen palabra ni lugar y a quienes sólo han podido integrar a sus máquinas de guerra, o proponerles, como ahora, diversos mataderos menores: el predominio del mercado –neocapitalismo, multinacionales- hoy se complementa bien con las idolatrías de la "ampliación de la conciencia" –hinduismo, evolucionismo, esoterismos y formas de espiritismo y astrología, afines a la "nueva era"- que suponen un culto inflado del yo, previo lavado de cerebro y tribalización del individuo por sectas que reactivan el mito de una raza providencial. Y todo cuanto no sea ser "uno mismo" para el brujo o el gurú que explica la pobreza por un mal karma, mientras instruye al crédulo sobre cómo puede llegar a ser un "dios".
A esto hay que añadir la exclusión simultánea del pensamiento y la literatura conflictiva. Se propugna lo que se adapta a la imagen del posmodernismo chapucero, para el cual Homero y Cervantes valen lo mismo que un video supuestamente erótico, correlativo a la supresión del sujeto, la historia y toda argumentación que no refleje la idiotez estipulada, a la medida de una Eva con movicom y un Adán con walkman.
"Reciclarse a toda costa para sobrevivir": he aquí la palabra de orden prevaleciente hoy, que evoca y hasta imita las épocas de evidencias sordas.
Leer a Pasolini es de entrada situarse en una exterioridad a la cultura como reciclaje acrítico de la tradición fascista que contamina a sus contrarios.
Pasolini: pocas veces en un escritor el valor coexistió con tal vértigo creador, sensual, insufrible para una moral limitada a sus reflejos condicionados y en una trama que, no obstante los reconocimientos y los homenajes, los bienpensantes no han rozado siquiera en sus aristas más ásperas.


Publicado en la revista Tokonoma, octubre de 1995.